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La pequeña reportera de sólo ocho años

Hilde Lysiak no es una niña más en bicicleta que pasea por las calles de su ciudad, Selinsgrove, en Pensilvania. Tiene ocho años y sale a la calle todos los días sobre ruedas en busca de lo que más le gusta: escribir noticias y contar historias en The Orange Street News, su propio periódico en papel mensual

Ponte en situación: hace dos noches, un pequeño tornado asola tu ciudad. Hay árboles caídos por las calles, escombros, y algún que otro desperfecto que se ha presentado en tu pequeño jardín. Estás en casa y por la ventana ves a una niña rubia y pequeña que aparca su bici delante de casa y comienza a hacer fotos de los destrozos con el móvil. No pasan ni dos minutos y ya está llamando a tu puerta expectante con boli y libreta en mano y una tarjeta de identificación colgada del cuello.

– «Hola. Soy Hilde de The Orange Street News. ¿Podría contarme exactamente qué ha pasado?»

 

Esta escena que acabo de describir no es ninguna broma ni ningún juego de niños. Su protagonista Hilde, se toma su periódico The Orange Street News, muy pero que muy en serio, y le falta tiempo para coger la bicicleta y presentarse en el lugar de los hechos para contar en su periódico, todo lo que pasa en su ciudad a sus vecinos. Da igual que sea un tornado, que se haya perdido un perro o que se haya cometido un crimen. Hilde es una niña de armas tomar y tiene muy claro lo que quiere ser, y de hecho, lo que es: periodista.

Doscientos son los ejemplares de su propio periódico por los pequeños locales y cafeterías de su ciudad. Cerca de 50 personas pagan de uno a dos dólares por la suscripción y la entrega en mano de puerta a puerta por la propia Hilde. Y es que, la pequeña reportera lo lleva en la sangre, es hija de un periodista. Lo que empezó como un pequeño periódico en casa con ceras y recortes a modo de entretenimiento familiar, se ha convertido en un reto y en la pasión de la Hilde.

Ella es la ideóloga, decide los temas, investiga, recoge y escribe las noticias y hace las fotografías, y ojo, escribe pequeños relatos de ficción que también publica en el periódico. Su padre, la ayuda en la edición, diseño e impresión. Para Hilde, el día al mes que toca preparar todo y que ordenador e impresora comienzan a trabajar, es una fiesta.

En su cuarto, cuelga de la pared un tablón lleno de notas con detalles, ideas y temas sobre los que escribir. Le encanta lanzar cuestiones que, a simple vista, no vienen a cuento como «¿sabes realmente lo que significa ser radioactivo?», o «¿saldrá el sol ardiendo alguno de estos días?» Hilde no tiene pelos en la lengua: escribe que su mayor miedo es que la gente pueda leer su mente,  reconoce que lo que más le gusta es hacer entrevistas,quiere mudarse a Nueva York porque sabe que su ciudad pronto se le quedará pequeña, y no, no le sirve cualquier cosa: «busco noticias difíciles de perseguir». Una pequeña periodista en potencia.

 

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