Hoy ocurrió un evento extraordinario en los mercados de capitales. Un país incumplió sus obligaciones financieras porque un juez de otra nación le impidió que puediese pagarle a sus acreedores extranjeros.
Me refiero a Argentina. Todo comenzó con la suspensión de pagos de su deuda en 2001. Posteriormente en 2005 y 2010 renegoció el 93% de sus bonos soberanos con acreedores que aceptaron un recorte de hasta un 70% del valor de sus tenencias. El problema surgió porque los demás bonistas, concentrados en fondos buitre, no aceptaron participar en esa renegociación y exigen que se les pague el 100% del valor de sus acreencias.
Thomas Griesa, juez distrital de Nueva York, emitió una sentencia que bloqueó la transferencia de 539 millones de dólares que Argentia tenía que pagar hoy a los bonistas que sí aceptaron el recorte de su deuda y que desde 2005 han estado recibiendo periódicamente sus pagos. La decisión del juez fue la siguiente: o le paga a todos los acreedores, o no le paga a ninguno.
Los bancos privados argentinos intentaron ayudar a su gobierno, ofreciéndole a los fondos buitre una garantía de 250 millones de dólares. A cambio se esperaba obtener del juez Griesa una prórroga de su sentencia. Lamentablemente, Argentina no pudo pagar y la agencia calificadora Standard & Poor’s declaró hoy que cayó en incumplimiento selectivo.
En las próximas semanas se determinarán las consecuencias para Argentina y el resto de emisores de deuda soberana.