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Las ciudades de Ucrania bombardeadas, antes y después

Las ciudades de Ucrania bombardeadas, antes y después

La historia cambó para las ciudades de Ucrania en la madrugada del pasado 24 de febrero. Donde antes había vida y bullicio, hoy solo quedan ruinas y destrucción.

La invasión de Rusia en el país ha provocado un éxodo sin precedentes en Europa. Según datos de la ONU hay ya 953 civiles muertos, 78 de ellos niños, y se espera que la cifra se dispare.

Se trata de una guerra total convencional en la estrategia y moderna en la narrativa. La batalla también se libra en la Red. Es ahí donde entran las empresas de satélites, que dibujan, jornada a jornada, su particular parte de guerra en la Red.

¡Vuelen los puentes!

Esa pudo ser la orden que se escuchó en las radios del Ejército ucraniano después de que el Kremlin ordenase el avance de sus tropas por todos los frentes y en todas direcciones tras la invasión. En la imagen, el puente Kamaryn Slavutych que unía Ucrania con Bielorrusia sobre el río Dniéper, y fue destruido para entorpecer la estrategia rusa.

La capital sitiada

De la noche a la mañana, la capital de Ucrania se convirtió en objetivo principal de la ofensiva de Rusia. Las autoridades de Kiev cifran en más de 200 los civiles muertos, incluidos 4 niños, y casi 2.000 heridos en una ciudad en la que vivían más de 2.800.000 de personas (casi 3,5 millones si se tiene en cuenta su entorno).

Aislada y sitiada, Kiev resiste los ataques que se suceden a las afueras. La plaza de la Independencia, otrora corazón de esta metrópoli, es vigilada por las fuerzas ucranianas, a la espera de los avances del Ejército de Moscú.

Járkov: el terror de vivir cerca de la frontera

Járkov, al este del país y cercana a la frontera con Rusia, fue una de las grandes ciudades que recibió los primeros ataques de la ofensiva. A principios del mes de marzo, el Ejército ruso bombardeó el edificio que hasta entonces albergaba al Gobierno de la región situado en la Plaza de la Libertad, uno de los foros más grandes del continente.

Días después, una lluvia de misiles arrasó la sede de la Policía y el edificio de la Universidad de Karmazin, la segunda de las ciudades de Ucrania más grandes, por detrás de la de Leópolis.

Según las autoridades ucranianas, al menos 260 civiles han muerto desde que empezaron los bombardeos en esta ciudad, situada en una región en la que no solo se han atacado objetivos civiles. La base aérea de Chugúyev fue bombardeada en las primeras horas del ataque en la madrugada del 24 de febrero.

Mariúpol, símbolo de la resistencia

Niños. Una única palabra, dibujada en el suelo, para avisar al invasor de que un edificio alberga civiles. Una advertencia que de nada sirvió. Un bombardeo arrasó el Teatro de Arte Dramático de Mariúpol, donde sí hubo un milagro. Más de 1.300 personas se protegían del horror en el búnker subterráneo y solo una resultó herida.

Este enclave estratégico por su salida al mar de Azov se ha convertido en símbolo de la resistencia ucraniana. Una ratonera en la que hay atrapadas unas 100.000 civiles (de un censo de más de 400.000 personas) a la espera de corredores humanitarios que les permitan salir. Desde que comenzó la ofensiva, según datos facilitados por las autoridades de Mariúpol, un 80% de las viviendas de la ciudad han sido destruidas.

Odesa, la perla asediada

Bautizada como ‘la perla del Mar Negro’, Odesa espera desde hace días que las tropas rusas entren por tierra y mar. Inspiró ‘El acorazado Potempkin’ y su futuro es la gran incógnita a despejar en la ofensiva de Putin: ¿Cómo tomará Ucrania sin arrasar el símbolo del imperio ruso? Mientras tanto, los días pasan en una ciudad que ya se prepara para el asedio.

Corazón cultural de las ciudades de Ucrania, hoy sus calles son trincheras en las que reina una tensa calma. Una cuenta atrás letal. En el monumento a la duodécima silla, dedicado a los escritores soviéticos Ilf y Petrov, ya nadie posa.

El homenaje a uno de los clásicos de la literatura rusa -‘Las doce sillas’-, en el que sus autores satirizaban con la búsqueda de la riqueza en la Unión Soviética en los años 20, hoy está rodeado de barricadas, impertérrito al paso del tiempo, a la espera de que suenen los tambores de guerra.

Más contenido por Andrés Tovar

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