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Entre más éxito, ¿más estrés?

Entre más éxito, ¿más estrés?

Hoy en día el mercado laboral exige bastante a sus trabajadores dada la mayor competencia y la velocidad con la que se está moviendo el mundo. Eso hace que no sólo tengan que desarrollar nuevas habilidades aun cuando estas no correspondan a su profesión (como, por ejemplo, el conocimiento sobre la dinámica de las redes sociales en las empresas) sino que también se preparen para reaccionar rápidamente ante cualquier suceso.

El tema con esto es que parecería que entre más se escala en la vida profesional (con un ascenso o la creación de un negocio propio), parecería que hay una tendencia a que las personas dejen de tener un balance adecuado entre vida laboral y vida personal. Pero no le sucede a todas las personas.

No sucede con todos

Una publicación demuestra los resultados de una investigación sobre cómo las habilidades de las personas cambian una vez han alcanzado una etapa de éxito: “las personas que pensaban sus capacidades como algo fijo fueron más propensos a sentir ansiedad y sentirse desorientados cuando afrontaron un éxito inesperado, lo que provocaba que su desempeño cayera notablemente, en comparación con aquellas personas que pensaban sus habilidades como algo que podían modificar”.

Esto lo que traduce es que muchas personas se fijan unos propósitos y creen que pueden controlar lo que sucede y sus resultados pero, cuando no sucede así, resulta una situación desconcertante. Así, el mismo estudio arrojó que esto sucede con más frecuencia en aquellas personas que tienen una baja autoestima; mientras que aquellas que tienen una conciencia de sí mismos más fortalecida, pueden manejar más fácilmente los beneficios del éxito y controlar el estrés.

Y las mujeres…

Dada la brecha y la hay una presión que recae más en las mujeres que en los hombres a la hora de verse frente a una etapa de éxito o reconocimiento profesional. señala que el camino de ellas, hacia el liderazgo, resulta mucho más estresante y su estrés proviene de cuatro situaciones, específicamente:

1.Ser escuchadas. Cuando se comunican, lo hacen de una manera diferente a la de los hombres y, así mismo, pueden ser recibidas de manera diferente. Así, tienen que equilibrar constantemente el «cómo lo dicen” las cosas frente a lo «que dicen. Es por eso que la entonación y los gestos pueden ser tan trascendentales. Las mujeres son 66% más propensas a recibir una recomendación de cambiar sus estilos de comunicación.

2.Demostrar que pueden hacer su trabajo: tanto en sus competencias como en el manejo de las relaciones laborales, con el fin de demostrar que son tan capaces como el género masculino.

3.Crear redes y obtener respaldo: lo que les permite ampliar sus perspectivas y experiencias y, con ello, obtener ventajas de reconocimiento y crecimiento profesional.

4.Inclusiones y exclusiones diarias: desde temas de conversación como deportes, salidas a un bar o las bromas entre dos hombres. El reporte de brecha del Foro Económico Mundial de género muestra que las mujeres aún son bastante relacionadas con tareas domésticas y el cuidado de niños en todos los países.

Las consecuencias

señala que además de los factores físicos que suceden cuando una persona experimenta estrés (como sudoración, visión borrosa y dolor de cabeza) existe un efecto más fuerte aún del que muy pocas personas son conscientes: reduce el volumen de materia gris en las áreas responsables del autocontrol del cerebro.

Es por esa misma razón que a una persona estresada se le dificulta tanto manejarse y mantener la calma, presentando reacciones inesperadas.

Más contenido por Rosa Reyes

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