Opinión

Afuera están y afuera se quedarán…

La soberbia de Leonel Fernández es ya proverbial. Ese sesgo fue el primer indicio de que el oscuro profesor de sociología y encargado de prensa del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) llevado primero a la candidatura  y luego a la silla presidencial, por azares del destino, no era el manso cordero que se había vendido.

Dos casos remitidos a la memoria sin necesidad de asistencia de Google reflejan ese cariz: un primer caso fue la destitución de su primer secretario de las Fuerzas Armadas que se atrevió a pulsear frente a su jefe y que obtuvo como respuesta un discurso épico en el que, en palabras sencillas, se dijo: “te vas porque yo soy el jefe”.

El otro caso, ya asociado a la corrupción sin límites que caracterizaría su ejercicio presidencial, fue cuando cuestionado el lugar donde se construiría el aeropuerto El Higüero, dijo algo así como que se haría en ese lugar porque lo decía el presidente.

La dimensión hiperbólica del ego asociada a la intolerancia característica del partido morado desde sus inicios se ha traducido en un ejercicio del poder de forma autoritaria. Ese autoritarismo se disfraza de paternalismo cuando se quiere sublimar como hace el presidente Danilo Medina o, por el contrario, se exacerba en el lenguaje gestual como hace el senador Reinaldo Pared.

Fernández siempre quiso ser más amado que temido. La construcción de su famosa red de comunicadores y periodistas (ya conocida como BOCINAS) tuvo mucho que ver con esa construcción personal de su propia figura, que en momentos quiso ser leyenda.

Los títulos otorgados en los medios como “líder, maestro y guía”, “redentor del sur”, “padre de la democracia”  y un largo listado de etcéteras revelan esa necesidad de valoraciones positivas de alguien cuyo aspiracional ronda la trascendencia histórica.  El proceso de construcción de ese referente nunca previó que se conocería como el presidente más corrupto de la República Dominicana, por lo menos hasta este momento.

Lo antes expuesto revela que, si bien la soberbia no es novedad, el análisis de situación de parte del faculto de Villa Juana está totalmente equivocado.

“Afuera están y afuera se quedarán” se traduce en una persona que está dentro de algo y no quiere compañía. Si se refiere al gobierno y Leone Fernández entiende a los verdes como la oposición política, es lógico que él se asume como parte del Gobierno de Danilo Medina, cosa que muchos dudarían.

Si la advertencia es formulada desde el PLD en el poder que él preside, con influencias mediatizadas por el control que ejerce el Gobierno sobre el partido, también yerra porque los verdes no son una opción política y mucho menos una opción del poder.

Si el teórico con más capacidad de reflexión del PLD, como se auto sindica Fernández, no  es capaz de ver su entorno inmediato, la situación es más grave de lo que se piensa.

Los verdes no son un movimiento, son un sentimiento. Es la expresión de hartazgo de una sociedad que expresa su descontento con los gobiernos más mentirosos y ladrones que se han conocido sino con el sistema político que les ha permitido ser.

Es obvio que el PLD no tiene respuesta. Todas las salidas del Gobierno, que lidera un mudo, han expresado la intolerancia y la soberbia morada. Leonel, quien podía intentar jugar su propio juego, se unió al paquete y de seguro que cobrará por ello.

Por lo demás, estar dentro deja de ser atractivo cuando se observa un barco que a pocas luces macha cuasi a la deriva.

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