Cabral, Barahona.- Al sur del país se ubica Cabral, en Barahona. Allí se tiene su propia tradición para conmemorar la Semana Santa, lejos de las misas, playas o ríos. Allí se celebra el carnaval de las Cachúas de Cabral.
Detrás de las Cachúas de Cabral
El parque de Cabral está listo. Coloridos listones y pintorescas caretas adornan sus columnas. El motivo es celebrar el tradicional carnaval cimarrón de las Chachúas.

Es un carnaval atípico. Único en coincidir con la Semana Santa. Pero tiene su explicación. Ya sea al Judas que vendió a Jesús o quien actúe como tal en la actualidad, las Cachúas azotarán al traidor.
Son un fenómeno sincrético de la religiosidad africana bajo el manto encubridor de la tradición cristiana.

Tras un forzado receso por la pandemia, las cachúas de Cabral pretenden retomar su tradición más colorida y alegre que nunca.

El azote de las Cachúas

Vistiendo vistosos trajes, caretas de papel y fuetes de cabuya, niños y adultos se reúnen en la plaza para ajusticiar al “Júas”. Lidera la procesión el Cachúa Mayor.
Con el “Júas” al hombro, las Cachúas realizan un recorrido hasta el cementerio. “¡Júa, júa, júa, é!”, grita al Cachúa Mayor, a lo que le responden los demás: “Lo mataron por calié”.
Repicando sus fuetes, la colorida y alborotosa manada de Cachúas visitan los barrios más emblemáticos de Cabral. Los civiles, personas sin disfraz pero armadas con fuetes se unen al peregrinaje que da cierre al carnaval.

Conmemoran a los Cachúas que ya no están. Cada uno ocupa una tumba. El Cachúa Mayor se pronuncia a los presentes desde la más alta de estas. Hace un breve recuento de la tradición. Motiva a los más jóvenes para que continúen el legado histórico de esta manifestación reconocida como Patrimonio Cultural de la República Dominicana.
Al terminar el discurso de cierre un fuerte repique de fuetes marca la hora de la quema del “Júas”.
