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Así luce hoy el lugar exacto donde murió Jesús en la cruz

Así luce hoy el lugar exacto donde murió Jesús en la cruz

Jesús murió en una cruz y sobre ese suelo se armó una iglesia. Actualmente, allí está una capilla conocida como el Santo Sepulcro, en Jerusalén.

La basílica fue construida en el año 326 d.C por el emperador Constantino, en lo que solía ser el monte Gólgota, donde Jesús murió en la cruz, que quedaba a las afueras de la ciudad. Sin embargo, actualmente y debido al crecimiento de Jerusalén, sus límites se ampliaron y la infraestructura se encuentra dentro de los límites.

El templo ubicado en el lugar donde Jesús murió en la cruz sobrevivió varias destrucciones y reconstrucciones. Justiniano, emperador del Imperio romano de Oriente, la reconstruyó casi un siglo después de su alzamiento original para que después, en 1009, fuera casi completamente destruida por el califa Hakim.

Así continuó el templo hasta que con las Cruzadas, casi 90 años después, se reconstruyó completamente. A pesar de que ha tenido reparaciones a lo largo de los años, la estructura que se conoce hoy es la que se tuvo desde ese momento.

Una familia musulmana abre sus puertas todos los días, las cuales manejan horarios dependiendo del mes. De abril a septiembre está abierta al público desde las 5 a. m. hasta las 9 p. m., y los domingos, hasta las 8 p. m. De octubre a marzo, entre 4 a. m. y 7 p. m.

Cómo es hoy el lugar donde Jesús murió en la cruz

El lugar donde murió en la cruz hoy es majestuoso y ocupa parte del espacio en donde se encontraban las tres cruces. A la derecha hay dos escaleras empinadas que llevan a las capillas del Gólgota, que están casi cinco metros hacia arriba, justamente nombradas por el monte que antes ocupaba ese espacio.

Además, se encuentra adornada por piedras preciosas y mosaicos que reviven cada una de las estaciones del viacrucis -una práctica de oración donde se cuentan los momentos vividos por Jesús hasta que fue crucificado-.

Miles de figuras de la Biblia adornan su techo y sus pasillos. Algunas personas han regalado objetos valiosos para las capillas y, de esta manera, sus espacios se continuaron llenando por años.

Por ejemplo, el altar fue un regalo de Fernando de Médici, duque de Toscana, en 1588; el busto de la Virgen que se encuentra entre las dos capillas lo dio la reina María de Portugal, en 1778.

Su interior está construido por capillas, altares, mosaicos y otras muestras de alabanza diseñadas en espacios amplios, pequeños, cerrados y abiertos. Su exterior no es muy diferente, pues se puede describir como una edificación a la que se le han ido añadiendo y arreglando cosas con el pasar de los años.

Cruce de creencias

Dentro del gran templo, que podría ser un laberinto, varias personas rezan y practican sus alabanzas. De hecho, hay ciertas distribuciones existentes basadas en origen geográfico. El lugar donde ocurrió la crucifixión lo ocupan los griegos ortodoxos; los franciscanos veneran donde Santa Elena, madre de Constantino, descubrió la cruz; y los armenios frecuentan donde la Virgen María contempló la muerte de su hijo.

En el interior y en horarios de visita el templo se convierte en un caos. Miles de personas suben las muchas escaleras para intentar encontrarle orden a las tantas capillas y templos que ven a su alrededor.

Dentro de la Crucifixión, como está llamada una de las capillas, hay incluso un altar que le permite al visitante introducir su brazo por un hueco y, según aseguran los creyentes, tocar la piedra en donde fue clavada la cruz, para luego admirar la ‘Piedra de la Unción’, donde se limpió con aceites el cuerpo de Jesús después de bajar de la cruz.

En Semana Santa, este espacio es uno de los más visitados por los cristianos e incluso por quienes no profesan esta religión. Teniendo en cuenta que hay espacios donde no caben más de cinco personas, el lugar se vuelve casi imposible de transitar y, a pesar de esto, siempre se escuchan los rezos devotos de quienes logran entrar.

Más contenido por Andrés Tovar

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