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Lula da Silva desiste de las elecciones en Brasil

Designa al exalcalde de São Paulo, Fernando Haddad, como sustituto

El expresidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva renuncia a ser candidato a las elecciones generales del próximo octubre. Así lo anunció este martes el Partido de los Trabajadores (PT) tras una visita de quien a partir de ahora asumirá la candidatura de la formación política, el exalcalde de São Paulo Fernando Haddad, que se reunió con el exmandatario en la cárcel donde este cumple 12 años de condena por corrupción.

El anuncio llegó lo más tarde posible, a eso de las dos de la tarde del último día de plazo, como ha sido hasta ahora el estilo de Lula a lo largo de su pulso de dos años y medio con la justicia brasileña. Los tribunales le habían dado hasta hoy para que anunciase, de una vez por todas y tras meses de recursos, que desistía de su candidatura y nombrase a su sustituto.

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Y aunque poco más podía hacer, Lula ha tenido a sus innumerables seguidores y enemigos esperando agónicamente hasta confirmar que lo que ellos ya esperaban era cierto. Que esta vez no guardaba un as secreto bajo la manga. Que tras dos años de tretas, de contorsionarse entre las leyes para retar a los jueces y apropiarse de los titulares, había llegado el final.

En unas elecciones llenas de sacudidas y sobresaltos, Lula ha sido hasta hoy una constante imbatible: pasara lo que pasara, él siempre lideraba las encuestas con una holgada ventaja sobre sus rivales. La última le otorgaba incluso una subida, hasta el 39% de la intención de voto. Solo que lideraba desde prisión, donde cumple de una condena por corrupción en la segunda instancia; la misma que, según la ley que él mismo firmó cuando era presidente, le incapacita para presentarse a unos comicios. Esto no le impidió, a mediados de agosto y alegando que sus problemas legales forman parte de una persecución política, inscribirse como candidato, a última hora del último día para hacerlo.

El Tribunal Electoral le prohibió continuar con la candidatura con una votación de urgencia el 31 de agosto. Y este sería el final definitivo de cualquier otro enfrentamiento entre la justicia y un político. Pero este nunca fue un caso cualquiera. El Partido de los Trabajadores siguió adelante con la misma estrategia en la que lleva instalado desde que Lula entró en la cárcel: insistir que Lula es su único candidato y toda sentencia contra él será recurrida hasta las últimas consecuencias; y, mientras tanto, dejar que Haddad vaya haciendo campaña, sobre todo por el nordeste del país.

El bando legal se ha ido debilitando con cada sentencia y últimamente solo disponía de un único gran argumento a su disposición. Que el Comité de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, un órgano consultivo de la ONU, publicó el 17 de agosto un informe recomendando que Lula pudiese ejercer sus derechos como candidato. Pero generalmente los documentos de este comité son vistos como meras recomendaciones para el ministerio de Asuntos Exteriores, y el Tribunal Electoral descartó cualquier efecto vinculante sobre la justicia brasileña. Aun así, los abogados de Lula consiguieron otro esta semana. Del mismo comité, con el mismo contenido. Mismo potencial para no llegar a ningún lado.

El otro bando, el de Haddad, sin embargo, debería crecer con el tiempo. Este profesor universitario de São Paulo es de los poquísimos nombres del Partido de los Trabajadores que ni se ha visto eclipsado por Lula ni ha sido hundido por los escándalos de corrupción, los dos mayores agujeros negros de esta organización. Tras seis años como ministro de Educación de Lula y Dilma Rousseff, logró desmarcarse y un alcalde de São Paulo razonablemente apreciado. Hasta 2016, cuando el resentimiento contra el PT ya era tan generalizado que le llevó -en parte, pero no pequeña- a perder las elecciones.

Fuente: El País

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