Renata Scotto, una de las grandes de la lírica contemporánea, falleció en la noche del martes en Savona (Italia), según informa su familia.
Cantante modélica, directora de escena y maestra de canto, Renata Scotto deja una profunda huella en varias generaciones de intérpretes líricos. Principalmente gracias a una manera única de concebir el personaje. Entre algunos de sus compañeros de escena estuvieron la gran María Callas, a la que sustituyó con notable éxito en 1957. Asimismo, Luciano Pavarotti, José Carreras y Alfredo Kraus.
De voz potente, incisivos agudos y sobreagudos, gran capacidad expresiva y su fascinación por el teatro, a Renata Scotto se le considers «la última gran diva» de la ópera italiana.
Su legado discográfico es inmenso y abarca un arco estilístico tan amplio como su repertorio, el que comenzó a alimentar siendo prácticamente una adolescente como protagonista de La Traviata (1952) para más tarde profundizar y hacerse un nombre como soprano lírico-ligera y como excelente intérprete del bel canto romántico, asumiendo los grandes roles para su cuerda de Bellini y Donizetti.
Su prestigio llegó a convertirle en la cantante favorita de la Metropolitan Opera House durante varias temporadas. Allí cantó casi todos sus papeles favoritos, dirigida, entre otros, por James Levine.
Desde antes de su retirada de los escenarios comenzó una activa carrera como directora de escena en teatros de Italia, Chile, Francia o Estados Unidos. Con títulos que ella misma dominó sobre las tablas como La Bohème, Adriana Lecouvreur, Madama Buttefly, Tosca, La Sonnambula, Norma, La Traviata, Turandot o Un ballo in maschera.
En paralelo, Renata Scotto realizó una importantísima labor como pedagoga, coach y maestra de canto, ofreciendo clases magistrales en Europa, Asia y América.
