La tortuosa historia entre República Dominicana y Haití hace que se mantengan de ambos lados posiciones acérrimas uno contra otro, y eso siempre impedirá que avancemos juntos.
Antes de llegar la ayuda humanitaria de República Dominicana al vecino país, ya la elite haitiana había comenzado a despotrica contra el convoy de alimentos y materiales de construcción, bajo el alegato de que se trataba de un insulto a la soberanía de su nación, sin ni siquiera pensar en los miles de compatriotas suyos que se encuentran en la situación de damnificados por el paso del huracán Matthew.
Esos 500 camiones que se enviaron a Haití para asistencia de los afectados por el ciclón, dejaron muchas bocas sin comer y muchas obras sin construir de este lado de la isla, para que de buenas a primera un grupo de honorables senadores haitianos tache esa solidaridad como una acción de ocupación o intervencionismo.
Si la presencia militar dominicana ponía en peligro la soberanía nacional, la dignidad y el orgullo de Haití, los senadores Jean Rénel Sénatus y Ronald Larèche debieron ir el pasado miércoles a la zona fronteriza por Jimaní, pero de su lado, e impedir que entrara esa ayuda. Estos parlamentarios y un grupo de “nacionalistas” haitianos, que al parecer no les importa la necesidad de su pueblo, se están quejando como que nuestros soldados son los únicos que han pisado el suelo de su nación para ayudar, porque se trata de un asunto humanitario.
Otros sectores de la sociedad haitiana también se quejan de una supuesta “invasión” de productos dominicanos, incluido algunos que están en la veda, pero por Dios parecería que esa solidaridad ha llevado más problemas que soluciones a nuestros vecinos.
Hasta cuando estaremos recibiendo golpe tras golpe, sin importar la intensión y el gesto, siempre hay algo mal en dominicana cada vez que se trata de Haití, pero nunca tanto “nacionalistas haitianos”.
