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La conmovedora historia de James Walker, joven británico que habló por primera vez a los 16 años

«Hola mamá». Con esas palabras ha roto un silencio de 16 años James Walker.

El síndrome Lennox-Gastaut, una variante de la epilepsia infantil, dejó a este chico inglés amante del rugby y de la música pop postrado en una silla de ruedas.

Debido a la parálisis, nunca pudo hablar. Hasta ahora.

Porque ahora usa sus ojos como cursor para hacer seleccionar palabras en la pantalla de su computadora —una Tobii Eye Gaze—, y construir así frases.

El sistema tiene almacenadas docenas ellas para que Walker las use.

De momento está programado para que pueda utilizar 60 palabras y espera poder emplear más en un futuro.

Como era limitada la movilidad de sus brazos, hasta ahora se comunicaba con un BIGMack Switch.

En ese aparato diseñado específicamente para quienes tienen dificultades para comunicarse de forma oral, sus padres o su profesor grababan una sola frase sobre su día y él podía reproducirla pulsando del enorme interruptor de un color vistoso que incluye la máquina.

Pero el sistema no le posibilitaba grabar un mensaje a él; un mensaje como, por ejemplo, «me gustan las divertidas», lo que responde ahora cuando se le pregunta qué tipo de conversaciones prefiere.

«Fue fantástico»

«Me gusta», dice también cuando se le pregunta qué sintió al ver la reacción de su madre cuando le habló por primera vez.

Y es que Gina Walker no esperaba que su hijo fuera a hablar nunca.

Así que cuando el profesor de éste la llamó para que fuera a clase, no sabía qué le esperaba.

No tenía ni idea de que su hijo había aprendido a usar un software para comunicarse en el centro especial al que acudía, la Escuela Frederic Holmes, en el municipio inglés de Hull.

Los maestros habían decidido mantenerlo en secreto.

Mejor salud

Gina Walker asegura que, ahora que su hijo se puede comunicar de forma más efectiva, también ha mejorado su salud.

James puede sufrir varias convulsiones al día, a veces con solo un par de minutos entre una y otra.

Hasta ahora no tenía la capacidad de advertir de ellas a sus padres o profesores.

Pero le instalaron un dispositivo que emite una señal eléctrica a su cerebro cada tres minutos, y que sirvió para reducir la frecuencia de las convulsiones.

Eso, además, coincidió con el tiempo en el que aprendía a usar su nueva voz.

Gina Walker cuenta que ahora les dice «vengan a ayudar» o simplemente «vengan» cada vez que siente que va a convulsionar.

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