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Manifestantes iraníes dañan embajada saudí en Teherán

TEHERAN, Irán (AP) — Manifestantes en Irán, furiosos por la ejecución de un prominente clérigo chií en Arabia Saudí, irrumpieron el domingo antes del amanecer en la embajada saudí en Teherán, donde causaron incendios y arrojaron documentos desde la azotea, según la prensa iraní.

El principal funcionario policial, el general Hossein Sajedinia, acudió de inmediato al lugar y la policía dispersó a la multitud, indignada por la ejecución del jeque Nimr al-Nimr, de acuerdo con la agencia noticiosa semioficial ISNA.

Los dirigentes chiíes en Irán y otros países en la región condenaron de inmediato a Riad y advirtieron que podría desatarse una reacción de violencia sectaria.

Las ejecuciones que Arabia Saudí efectuó el sábado de 47 prisioneros, entre ellos varios detenidos de Al Qaeda, podrían exacerbar aún más las tensiones entre suníes y chíes dentro de la pugna que el reino suní y su enemigo, Irán, protagonizan a nivel regional.

Aunque Arabia Saudí insistió en que las ejecuciones forman parte de una guerra justificada contra el terrorismo, los políticos iraníes advirtieron que la monarquía saudí pagaría un alto precio por la muerte de al-Nimr.

El Ministerio del Exterior iraní convocó al enviado saudí en Teherán para presentarle su inconformidad, en tanto que el Ministerio del Exterior saudí hizo lo propio con el de Teherán.

El ministerio saudí entregó su protesta al enviado iraní y señaló que la enérgica reacción iraní ante la ejecución del jeque representaba una «flagrante intromisión» en los asuntos internos del reino.

En Teherán, una multitud se reunió frente a la embajada de Arabia Saudí y gritó lemas contra ese país. Algunos manifestantes lanzaron piedras y bombas incendiarias contra la sede diplomática, causándole fuego en una parte, declaró Sajedinia a la agencia noticiosa semioficial Tasnim.

«Algunos de ellos ingresaron en la embajada. De momento, los individuos que habían ingresado fueron desalojados (del inmueble). Sin embargo, una gran multitud permanece frente a la embajada», afirmó Sajedinia a ISNA a primeras horas del domingo.

Varios inconformes irrumpieron en la embajada y arrojaron papeles desde la azotea, en tanto que la policía dispersaba a la muchedumbre, afirmó Sajedinia a la agencia noticiosa semioficial ISNA.

El jefe policial dijo después a Tasnim que la policía desalojó a los manifestantes del recinto diplomático y efectuó arrestos. La situación afuera de la embajada fue «apaciguada», agregó.

La ejecución de al-Nimr previsiblemente abrirá un nuevo capítulo de hostilidad en la actual pugna por el poder entre suníes y chiíes que tiene lugar en todo el Oriente Medio, en la que los principales antagonistas son Irán y Arabia Saudí.

Ambas potencias regionales apoyan a bandos opuestos en las guerras civiles en Yemen y Siria. Arabia Saudí también ha censurado abiertamente el reciente acuerdo iraní con las potencias mundiales que pone fin a las sanciones económicas internacionales a cambio de que Teherán restrinja los alcances de su programa nuclear.

La ejecución del clérigo también podría complicar la relación de Arabia Saudí con el gobierno que encabezan los chiíes en Irak. El viernes, la embajada saudí en Bagdad había vuelto a abrir sus puertas por primera desde hace casi 25 años.

Ya para el sábado, el primer ministro iraquí Haidar al-Abadi afrontaba exigencias de que ordenara el cierre de la embajada saudí.

Al-Abadi tuiteó el sábado en la noche que estaba «indignado y triste» por la ejecución de al-Nimr y agregó que «la oposición pacífica es un derecho fundamental. La represión no dura».

Centenares de simpatizantes de al-Nimr también escenificaron protestas en al-Qatif, la localidad natal del jeque en el este de Arabia saudí, en el vecino Bahreín, donde la policía utilizó gas lacrimógeno y disparó perdigones, y en latitudes más distantes como el norte de India.

El hermano del jeque, Mohammed al-Nimr, dijo en entrevista telefónica que las autoridades saudíes indicaron a la familia que habían sepultado el cadáver, pero no les dijeron en qué cementerio.

La familia pretendía inhumarlo en la localidad natal del clérigo. Posiblemente su funeral habría atraído a miles de simpatizantes, entre ellos grandes números de manifestantes.

La familia optó por programar oraciones y recibir condolencias en la mezquita en la que solía orar el jeque en una aldea cercana a al-Qatif.

El Ministerio del Exterior de Alemania dijo que la ejecución del clérigo «refuerza nuestras preocupaciones actuales sobre el aumento de las tensiones y la profundización de las desavenencias en la región».

El portavoz del Departamento norteamericano de Estado, John Kirby, dijo en un comunicado que Estados Unidos está «particularmente preocupado» del peligro de que la ejecución de al-Nimr «exacerbe las tensione sectarias en momentos en que necesitan ser reducidas con urgencia».

La muerte de Nimr al-Nimr tiene lugar 11 meses después de que Arabia Saudí decretara una ley antiterrorista radical ante la oleada de protestas de 2011 en el mundo árabe en las que fueron derrocados varios gobernantes autócratas que se habían mantenido mucho tiempo en el poder en la región.

La ley establece que el reino puede enjuiciar como terrorista a quien exija reformas, denuncie corrupción o participe en actividades de disidencia o violencia contra el gobierno.

Las condenas contra los ejecutados el sábado las emitió el Tribunal Penal Especializado de Arabia Saudí, establecido en 2008 para procesar los casos de terrorismo.

Los ejecutados de Al Qaeda fueron condenados a muerte por su implicación en una oleada de ataques lanzada hace una década contra extranjeros y fuerzas de seguridad.

Las ejecuciones se efectuaron en la capital, Riad, y otras 12 ciudades y localidades. De los ejecutados, 45 eran saudíes, uno chadiano y otro egipcio.

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