Clearlake Oaks, California, EEUU. Miles de personas que fueron desalojadas de sus casas debido a un masivo incendio forestal en el norte de California comenzaron a regresar lentamente el jueves a sus barrios y algunos vieron lo que más temían: todo destruido.
«Todo ha desaparecido, es tan irreal», dijo llorando Layna Rivas en una entrevista telefónica realizada justo después de que descubrió que su casa en Clearlake Oaks se había quemado por completo. «Parecía como si hubiera estallado una bomba por todos lados, todo está negro».
Rivas criaba pollos y dijo que vio únicamente a uno caminando a través de los escombros.
Cuarenta y tres casas fueron destruidas y se ordenó o advirtió a 13.000 personas que desalojaran el lugar mientras el incendio devoraba más de 277 kilómetros cuadrados (107 millas cuadradas) de arbustos secos.
Se permitió el regreso de desalojados de un puñado de barrios, y la cifra podría aumentar en las próximas 24 horas conforme disminuye la intensidad de las operaciones de combate al incendio.
«Tenemos cuadrillas entrando y saliendo por esos caminos angostos», dijo Blanca Mercado, vocera del departamento de bomberos del estado. «No es sólo el fuego, existen aún muchas cosas por hacer logísticamente».
Residentes estaban ansiosos por verificar el estado de sus mascotas y posesiones, pero muchos estaban varados acampando en automóviles y remolques, bebiendo café en vasos de poliestireno con la esperanza de que sus casas no se hayan convertido en ceniza.
Cassandra Raffaelli y otros estaban acampando en un estacionamiento en Moose Lodge, una organización fraternal que estaba sirviendo alimento a desalojados.
Ella ha estado ahí desde el domingo y no sabe qué encontrará cuando regrese a su casa en Spring Valley, un poblado en un área rural ubicada 160 kilómetros (100 millas) al norte de San Francisco.
«Ir a casa, ir a la casa de uno, y verla (quemada) y otras cosas, ese es mi mayor temor», comentó.
Las llamas destruyeron algunas viviendas y dejaron otras intactas cerca de Clear Lake, el lago más grande que está completamente dentro de California. Algunas casas separadas por una distancia de una milla (1,6 kilómetros) se quemaron totalmente, mientras que edificaciones y árboles cercanos no fueron tocados por el fuego.
Sillas, libros quemados y vajillas rotas estaban sobre pilas de ceniza, y se podía ver automóviles quemados completamente salpicando el paisaje. En una casa, una mesa y una silla metálicas permanecían en medio de su cimiento calcinado. La escalofriante tranquilidad era interrumpida únicamente por el canto de aves y el sonido de helicópteros de atención de emergencias en lo alto.
Entre la destrucción, cuadrillas estaban ganando terreno, logrando contener el incendio casi en un 50% después de una semana de combate contra su errático comportamiento. Se trata del más grande de 23 incendios forestales en todo el estado y tiene la atención de casi una tercera parte de los 10.000 bomberos despachados a combatir incendios en California, un estado golpeado por la sequía.
Incendios forestales en el occidente del país se han alimentado de condiciones de sequía en el estado de Washington, Montana, Arizona y otros lugares.
El gobernador de California Jerry Brown visitó cuadrillas de bomberos y dijo que el estado está más caliente y seco que nunca, lo que ocasiona que los incendios sean más severos y que la temporada de éstos sea más larga.
«Éste es el inicio de la temporada de incendios, y está actuando como si fuera el final», señaló Brown.
