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¿Cómo responder un email ofensivo en el trabajo?

Tarde del viernes. Sobrevives a una dura semana de trabajo, empiezas a recoger tus cosas y empiezas a pensar en tus planes de fin de semana. De repente, te llega un grosero correo electrónico por parte de un colega. ¿Cómo respondes a ese mensaje que te arruinó el día?

La tentación es redactar un mensaje lleno de retórica malintencionada y una buena dosis de altanería y agresión pasiva. Pero, casi siempre, esto termina siendo una mala idea.

Los emails desagradables y el manejo de los días difíciles en la oficina fueron temas abordados recientemente por expertos influyentes de la red social profesional Linkedln.

Travis Bradberry, presidente de TalentSmart

“A todos nos ha tocado recibir un correo electrónico mordaz o cargado de insultos”, escribe Bradberry en su post, titulado “El remedio para los correos electrónicos desagradables”. “No hace falta que tengan signos de exclamación, ni que hayan sido escritos en mayúsculas para que estén cargados de rabia y destilen sarcasmo”.

¿Y qué nos gustaría hacer a la mayoría? El primer instinto en reaccionar en los mismos términos, escribe Bradberry.

” Adelante, den rienda suelta a su rabia y frustración sobre el teclado. Guarden el borrador y revísenlo luego, con la cabeza más fría”

Sin embargo, recomienda no hacerlo. Y como alternativa,ofrece cinco estrategias para mantener las emociones a raya. Entre ellas:

“Sigue la regla número uno de Abraham Lincoln. En sus años mozos, Lincoln tenía el mal hábito de utilizar su legendario sarcasmo para escribir cartas repletas de insultos a sus rivales políticos, o acerca de ellos”, señala Bradberry.

“Pero luego de que una carta especialmente mordaz llevara a uno de sus rivales a retarlo a un duelo, Lincoln aprendió una lección muy valiosa: las palabras pueden impactar al receptor de maneras que el emisor no puede entender completamente”.

Agrega Bradberry que cuando el expresidente estadounidense murió, había coleccionado millares de cartas en la que destruía verbalmente a sus rivales y subordinados.

“Lincoln descargaba su frustración sobre el papel y luego guardaba las misivas en su gaveta. Al día siguiente, cuando la intensidad de sus emociones era menor, Lincoln redactaba una carta, en un tono mucho más conciliatorio, que sí terminaba enviando”.

¿Cuál es la lección para el resto de nosotros? “Adelante, den rienda suelta a su rabia y frustración sobre el teclado. Guarden el borrador y revísenlo luego, con la cabeza más fría”, apunta Bradberry.

 

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