Estilos de vida

Camila, de vivir a la sombra de Diana de Gales a reina del Reino Unido

Londres, Reino Unido.- Este sábado, los británicos no han dado la bienvenida únicamente a un nuevo rey. También lo han hecho a una nueva rey, a Camila, la mujer que durante muchos años fue calificada de «villana” por buena parte de la prensa y la opinión pública al conocerse su relación con el monarca cuando aún estaba casado con Diana de Gales. Dos décadas después, Camila ha sabido ganarse el corazón de muchos británicos, pero su camino hasta el trono no ha sido sencillo.

Los 90 fueron una terrible década para los Windsor marcada por el divorcio entre el futuro rey y Diana de Gales en 1996 y la trágica muerte de esta tan solo un año después. Fue entonces también, en 1999, cuando Camila hizo su primera aparición pública junto al príncipe y se convirtió en objetivo de las críticas. Madre de dos hijos y divorciada, rápidamente los medios y la sociedad británica le culparon de la ruptura de Carlos III y Lady Di e incluso la propia Isabel II se mostró distante con la elección sentimental de su hijo, tanto es así que no llegó a asistir a la ceremonia de su boda en 2005, aunque sí a la recepción posterior.

Camila, de hecho, estaba destinada a convertirse en princesa consorte con la subida al trono de su esposo Carlos. Pero Isabel II cambió de idea durante la celebración de sus 70 años en el poder, cuando anunció que su «sincero deseo» era que Camila fuese reconocida como la reina consorte a su muerte por su «leal servicio”. Su actitud y su discreta forma de ser le permitieron ganarse la confianza de la soberana pese a los rumores y la mala fama. Pero, ¿qué se sabe realmente de esa Camila a la que la reina conoció y alabó

Una joven de la nobleza que llegó a la vida del rey con 23 años

Nacida el 17 de julio de 1947, Camila Rosemary Shan creció en una finca en Sussex en el seno de una familia rica y bien relacionada. Su padre fue el comandante Bruce Shand, un oficial del Ejército británico y miembro de la llamada pequeña nobleza que trabajó como comerciante de vino, mientras que su madre era la hija mayor del III Barón Ashcombe, Rosalind Cubith. Pertenecían a la alta sociedad británica y eso permitió que a lo largo de su infancia y adolescencia se codease con importantes personalidades y fuese educada en colegios elitistas de Reino Unido, Francia y Suiza.

Según medios británicos como la BBC, Camila tuvo una infancia rodeada de cariño y muy diferente a la de Carlos III, quien pasaba largos períodos de tiempo sin sus padres mientras estos viajaban por el mundo. A él lo conocería con 23 años, cuando su gran interés por la equitación le llevó a un partido de polo durante el que le presentaron al futuro monarca y en el que ella misma le contó que su tatarabuelo, el rey Eduardo VII, había sido amante de su bisabuela, Alice Keppel.

La reina consorte Camila durante un acto benéfico en Londres GTRES/ARTHUR EDWARDS/THE SUN

El conocido historiador británico Jonathan Dimbleby escribió una biografía sobre el príncipe de Gales en la que llegó a asegurar que este «perdió su corazón» por Camila «casi de inmediato», a quien describió como una mujer «cariñosa y sencilla». Pero por aquel entonces Camila mantenía una relación intermitente con el oficial de la caballería Andrew Parker Bowles, que terminó pidiéndole matrimonio mientras el rey se embarcaba en un despliegue de ocho meses con la Marina.

Fruto del enlace con Bowles nacieron Thomas Henry Charles «Tom» Parker Bowles, ahijado del entonces príncipe Carlos, y Laura Rose Lopes-Parker Bowles. También continuó con su vida el monarca casándose con la aristócrata Lady Diana Frances Spencer en 1981, momento histórico al que fue invitada Camila junto con su esposo. Sin embargo, ese enlace no pudo disolver el affaire que mantenían ya Carlos y Camila, una historia que perduró contra viento y marea y que sobrevivió a algún que otro incidente bochornoso.

Del ‘Tampongate’ a la boda con Carlos III

La relación entre Carlos III y Camila terminó destapándose con un polémico incidente: el Tampongate. El episodio saltó a la luz en 1993, un mes después de conocerse la ruptura del matrimonio del rey con Lady Di, pero tuvo su origen cuatro años atrás. En 1989 un radioaficionado grabó por casualidad una conversación telefónica entre ambos amantes subida de tono en la que el monarca bromeaba con convertirse en un tampón para estar cerca de ella. 

Los titulares de los medios de comunicación, que ya habían apuntado anteriormente al posible romance, fueron fulminantes tras esa filtración. Las críticas tanto a Carlos como a Camila eran cotidianas y se unió a ella incluso la princesa Diana, quien la llegó a llamar «rottweiler». Carlos III insistió en todo momento en que solo reavivaron su romance cuando su matrimonio se había «roto irreparablemente», pero como Diana también dijo en la ahora desacreditada entrevista de Panorama de 1995, «éramos tres en este matrimonio».

Carlos y Camila, divorciada en 1995, no pudieron comenzar a aparecer públicamente hasta 1996. Sin embargo, la muerte de la princesa en un accidente automovilístico en París en agosto de 1997 volvió a relegarla a la sombra. Para la opinión pública británica Camila había sido el principal motivo de los desdichados últimos años de la princesa de Gales, quien sí tenía una gran popularidad y cuyo fallecimiento sumió al país en un llanto colectivo.

No fue hasta 2005 cuando Camila y Carlos se casaron en una discreta ceremonia civil oficiada en el Ayuntamiento de Windsor a la que no acudió la reina Isabel II. A partir de entonces a ella le correspondía ostentar el título de princesa de Gales, pero nunca lo usó, pues la sociedad consideraba que le continuaba correspondiendo a la fallecida Diana. Sin embargo, gracias a su papel como duquesa de Cornualles empezó a darse a conocer a los británicos y a cambiar su imagen.

El lavado de imagen de Camila y la aceptación de la reina Isabel II

Pasaron años y campañas de imagen bien orquestadas desde la Casa Real británica hasta que, por fin, Camila consiguió ser aceptada por la ciudadanía. Concretamente, la actitud popular hacia Camila comenzó a cambiar lentamente a raíz del nombramiento de Mark Bolland como secretario privado adjunto en 1997, a quien se le encomendó la tarea de reparar la problemática imagen pública de la pareja.

Desde entonces la aceptación de la duquesa de Cornualles ha crecido en Reino Unido gracias a, entre otras cosas, su vinculación con múltiples acciones benéficas. Aunque lo cierto es que continúa siendo uno de los miembros de la familia real menos queridos. Poco más del 50% de los británicos deseaban que se convirtiera en reina, según un sondeo publicado el año pasado por el Daily Mail. En cualquier caso, su discreta actitud y buena disposición sí le valió el completo afecto de la reina Isabel II.

La difunta monarca de Reino Unido se había negado hacía décadas a que Camila ocupase el trono como reina consorte, algo habitual en la historia de la Casa Real británica. Pero, finalmente, en febrero de 2022 Isabel II aprovechó un mensaje con motivo del 70 aniversario de su reinado para pedir que la duquesa de Cornualles fuese considerada reina consorte una vez el príncipe Carlos le sucediese en el trono.

«Cuando, en la plenitud de los tiempos, mi hijo Carlos se convierta en rey, sé que le daréis a él y a su esposa Camila el mismo apoyo que me has dado a mí», expresó entonces Isabel II. Y desde este sábado, a las 13.18, cuando la mujer de Carlos III ha sido coronada en Wesminter en una ceremonia histórica, se ha convertido ya para siempre en la reina Camila.

Más contenido por Redacción CDN

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