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Juan Luis Guerra inmenso ante el mar del Olímpico

Juan Luis Guerra
Juan Luis Guerra en su concierto el Estadio Olímpico en la República Dominicana. / Fuente interna.

Santo Domingo, RD.- Un mar de gentes cubrió el estadio Olímpico para el reencuentro con Juan Luis Guerra, después de varios años de espera.

Cada asistente se llevó a casa una pulsera que cambiaba de colores en sincronía con la música. Así el espectáculo fue más participativo.

Una sola nota combinada con efectos de fuegos de artificio y luces, bastó para un inicio de concierto sellado en la memoria «Yo fui tocando mil veces, Ay, Rosalía… (Rosalía, de Bachata rosa, 1990)«. 

La travesía, de La llave de mi corazón (2007) y la propia canción que dio nombre al disco fueron motivos para ir del merengue al mambo bailando a la noche.

Dos de los metales pusieron breves solos en «Que vale la pena (Ni es lo mismo ni es igual, 1998)«. 
Comienza como balada pop lenta Como yo te quiero y luego se deliza hacia el merengue, en un bonito arreglo para ese tema, también del disco La llave de mi corazón (2007).

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Cuando los políticos pierden el sentido

Una intromisión de la política y el mundo electoral que pareció grosera y oportunista apareció con un grupo de drones lumínicos. Eso al lado este del estadio.

Dio Astacio, candidato a alcalde de Santo Domingo Este, expuso publicidad por espacio de unos cinco minutos, dentro del espectáculo a través de drones, llamando a votar por él.

Según dijo Saymon a quien redacta, había mandado a incautar los aparatos. El candidato probablemente haya perdido unos cuántos votos.

Siguió la música

Tras despedir y agradecer a Fonseca, Juan Luis regaló un medley de salsas. Razones (de Ojalá que llueva café, (1989) / Ayer (Areito, 1992) / Carta de Amor (Bachata rosa, 1990).

Uno de los momentos más altos del concierto: para El Niágara en Bicicleta (Ni es lo mismo ni es igual, 1998), llamó a cuatro jóvenes. Pavel Núñez, Techy Fatule, Alex Ferreira y Melymel junto al maestro defendieron el tema con interpretaciones en las que nadie quedó por debajo.

Juan Luis continuó con Para ti (confetis al aire y pulseras multicolores), un tema cristiano convertido en un tema popular.

Una pausa pequeñita y enseguida un medley de bachatas. A piano, Estrellitas y duendes (Bachata rosa, 1990) / Muchachita linda (Todo tiene su hora, 2014) / La hormiguita (1990) / Bachata en Fukuoka (A son de Guerra, 2010) / Que me des tu cariño (La llave de mi corazón, 2007) / Mi bendicion (Idem) / Bachata rosa (del álbum homónimo, 1990) / Frío frío (Areito, 1992) /Burbujas de amor (Bachata rosa, 1990).

Inesperado por demás. Un gesto de justicia y de compromiso de Guerra con sus orígenes.
«En 1984 cuatro jovenes se reunieron para crear 440», dijo Juan Luis y se invitó a escena a Maridalia (canta en el mismo tono), Roger, Mariela Mercado y con él cantaron Tú, del álbum Mientras más lo pienso… tú, (1987).

Otra invitada fue Adalgisa Pantaleón, quien formara parte de la agrupación hasta poco antes de la pandemia. Con ella cantaron Como abeja al panal.

La gallera (Ojalá que llueva café, 1989) sirvió de intro para que se la lucieran percusionistas y la directora de 440 Janina Rosado.

El próximo momento sorpresa fue con Los Hermanos Rosario. Con ellos Juan Luis cantó Buscando Visa para un sueño. Rafa estuvo comedido sin levantar las piernas como gimnasta. Luego juntos hicieron Moviendo las caderas.

Juan Luis continuó con el tren de 440 interpretando su reciente Mambo 23 (radio Güira, 2023).

El costo de la vida (Areito, 1992) y Ojalá que llueva café (1989) remitieron al Juan Luis del discurso social. Allí donde pone sobre relieve las necesidades y miserias de los desposeídos.

Con Vicente García cantó Loma de Cayenas. Una canción escrita a cuatro manos entre ambos. Esto, para el disco Candela (2019), de Vicente.

Subió el tempo con El farolito (Fogaraté, 1994), apoteósico, con fuegos artificiales.
Las Avispas (canción madre de su película Capitán Avispa, de pronto estreno) sirvió de falsa despedida.

La siempre buena ñapa trajo cambio de vestuario y A pedir la mano (Bachata rosa, 1990) y no podía faltar Te regalo una rosa (del mismo disco).

El final de finales con pelotas gigantes al público, fuegos de artificio y todos los efectos en acción: La bilirrubina.

40 años de historia musical que siguen sumando a la cultura latina en el mundo.

Por Alfonso Quiñones

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