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Oscar Wilde, hombre cuyo genio y pluma punzante dieron luz a excepcionales obras

La polémica rodeó desde el primer momento a Oscar Wilde, tras su incursión en el género literario y fue esto lo que permitió crearse un lugar entre los grandes de la literatura universal, por exponer sin tapujos las decadencias escondidas en los altos círculos en los que se codeaba.

Wilde, de origen irlandés, nació el 16 de octubre de 1854. Recibió una educación académica en su hogar hasta los nueve años de edad, para tiempo después ingresar en la Port Royal School de Enniskillen (1864-1871).

El retrato de Dorian Gray, la única novela de Wilde, le reportó feroces críticas desde sectores puritanos y conservadores debido a su tergiversación del tema de Fausto.

Wilde no se amilanó ante estar situación y contraatacó a los más estirados a través de la publicación de Salomé (1891), al igual que La importancia de llamarse Ernesto (1895), debido a sus diálogos vivos y cargados de ironía.

Sin embargo, Wilde fue condenado a dos años de prisión y trabajos forzados en mayo de 1895. Las numerosas presiones y peticiones de clemencia efectuadas desde sectores progresistas e importantes círculos literarios europeos no fueron escuchadas por las autoridades británicas.

La sentencia supuso la pérdida de todo aquello que había conseguido durante sus años de gloria, incluso su familia. En 1884 había contraído matrimonio con Constance Lloyd, con quien tuvo dos hijos, quienes rechazaron el apellido paterno después del proceso.

Al completar su sentencia, Oscar Wilde cambió de nombre y apellido, Sebastian Melmoth, y emigró a París, donde permaneció hasta su muerte. Sus últimos años de vida se caracterizaron por la fragilidad económica, constantes problemas de salud y el alcoholismo.

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