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Dominicano muere en Alto Manhattan mientras huía de tiroteo 

Fue impactado por una de las balas en la parte posterior de la cabeza

NUEVA YORK.- El dominicano Jorge Rodríguez, de 19 años de edad, murió de un balazo en la cabeza mientras huía de un tiroteo realizado por desconocidos, cuando él estaba en la esquina de la calle Academy y avenida Post, en el vecindario Inwood del Alto Manhattan, celebrando el cumpleaños de un amigo, el sábado a las 3:15 de la madrugada.

Testigos y la policía que Rodríguez estaba en el grupo que salió corriendo para protegerse de los plomos y cayó abatido mientras corría.

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La celebración se realizaba cerca del edificio donde él vivía.

Rodríguez y unas dos docenas de personas que estaban en la cuadra huyeron de la lluvia de balas.

«Estos tipos vinieron disparando así, era un campo de tiro», dijo la madre de la víctima, Mia Rodríguez, de 42 años, al tabloide Daily News, detallando lo que escuchó de los amigos de su hijo que presenciaron el asesinato.

«Fue un tiroteo y todos estaban corriendo. Él corrió por la de él para tratar de salvarse», añadió la madre.

Rodríguez fue impactado por una de las balas en la parte posterior de la cabeza. Nadie más resultó herido. Sus familiares no creen que él era el objetivo de los tiradores.

Un amigo desesperado condujo a Rodríguez al centro médico Allen Pavillon del hospital Presbiteriano antes de que paramédicos y policías llegaran minutos después a la escena.

Rodríguez fue transferido al hospital Presbiteriano de la calle 168 y avenida Broadway en el Alto Manhattan, donde fue declarado muerto.

Su madre corrió a encontrarse con su hijo allí después de escuchar a los vecinos decir que recibió un disparo.

«Me arrodillé y recé a Dios», dijo. «Por favor no lo quites de mí. Por favor, no me lo quites», relató la madre.

No ha habido arrestos.

«No entiendo», gritó su madre frente a su casa en East Harlem el domingo por la mañana. «Tomaron todo lo que yo tenía. ¡Ellos tomaron mi mundo!

Rodríguez trabajaba duro para mantener a su hija de 1 año, durante largas horas como trabajador de mantenimiento para cuidar de la niña, su novia y su vehículo, un Dodge Challenger.

«A él siempre le encantaron los autos. Cada vez que vio un auto nuevo se detenía y les tomaba fotos», dijo la madre del adolescente asesinado.

«Siempre estuvo trabajando, para su hija, para su familia», dijo la amiga Mayra, de 42 años. «Trabajaba seis días a la semana».

Uno de los seis hermanos de Rodríguez acababa de celebrar su propio cumpleaños hace dos semanas con amigos cercanos.

«Él nos trajo la vida. Siempre estuvo allí con una sonrisa», dijo la amiga Lakirah McPhail, de 20 años, que conocía al adolescente desde la infancia. «Te hizo reír cuando estabas abajo y siempre estaba allí para ti».

«Todavía no creo que sea real». «Una madre nunca debería tener que enterrar a su hijo».

La pena de la madre de Rodríguez se convirtió en frustración mientras consideraba los disparos sin sentido.

«Simplemente no entiendo toda esta violencia que está sucediendo. Esto es repugnante, esto es una locura. ¿Cuándo se detendrá todo el mundo con la violencia?», dijo ella.

«Quiero a estos bastardos que le hicieron esto a mi hijo, los quiero en la cárcel», agregó.

«No los quiero muertos. Cuando estás muerto, ¿qué sucede?, de qué sirve eso?

“Los quiero presos. Quiero que ellos sufran», exclamó la madre dominicana.

Por Miguel Cruz Tejada

 

Más contenido por Redacción CDN

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