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Un grito de auxilio: La desesperada situación de Priska y su hija

Hato Mayor ,RD.- Una familia la cual vive en extrema pobreza en Hato Mayor, pide ayuda al presidente Luis Abinader, la primera dama o cualquier autoridad que quiera aportar ya que no cuentan con los recursos necesarios para medicamentos y para poder vivir dignamente.

Priska Beatriz Santana, una mujer cuyo nombre evoca fortaleza y resistencia, se enfrenta a una de las pruebas más duras que la vida puede imponer. Un accidente cerebrovascular la ha dejado postrada en una silla, incapaz de valerse por sí misma, mientras su hija, con el amor y el desespero en los ojos, lucha día tras día por mantenerla con vida.

Esta pequeña familia vive en la más extrema pobreza, en una casa con piso de tierra que se inunda cada vez que llueve, convirtiendo su hogar en un lodazal de sufrimiento y desesperanza.

La hija de Priska, expresó que su situación es precaria, ya que no tiene trabajo, y que solo vive de recolectar objetos en el vertedero.

Del mismo dijo que no ha podido seguir recolectando objetos porque tiene que ayudar a su madre debido a su situación y el diagnostico de los médicos.

La imagen de Priska, vulnerable y a la vez valiente, clama por ayuda. No es solo la dignidad de una mujer lo que está en juego. También la supervivencia de una hija que carga sobre sus hombros la pesada cruz de cuidar a su madre sin los recursos necesarios. Cada gota de lluvia que entra en su hogar es un recordatorio cruel de la injusticia que se cierne sobre ellas. Una lucha silenciosa que pocas veces encuentra eco en la conciencia de quienes pueden hacer la diferencia. Sus lágrimas y susurros piden una mano amiga, una respuesta que les devuelva la esperanza perdida en medio de tanto sufrimiento.

”A veces no escucho bien, quisiera una ayuda para poder sanarme y escuchar bien”, expresó Priska Beatriz Santana.

Los deseos de Priska y su hija

Desde el kilómetro 7 de la carretera Hato Mayor-Sabana de la Mar, esta familia extiende su clamor al presidente Luis Abinader. También a la primera dama, y a cualquier autoridad local dispuesta a escuchar. Las misma no buscan lujos ni comodidades, solo anhelan la oportunidad de vivir con dignidad. También no temer cada tormenta, de no sentir que el mundo las ha olvidado. En la desolación de su hogar, Priska Beatriz Santana y su hija esperan, con el corazón en la mano, la llegada de una respuesta que ilumine su oscuridad y les devuelva la fe en la humanidad.

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