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Libro sobre monseñor Pérez Sánchez

Introducción

Voy a presentar el libro “Mons. Eliseo Pérez Sánchez, notas biográficas y Documentos Completos”. Así me lo pidió el Dr. Bernardo Vega, presidente de la Academia de la Historia Dominicana y último responsable de la Edición, en nombre del P. José Luis Sáez, S. J., su autor. Lo voy a hacer con inmenso gusto y lo siento como un honor. Me parece oportuno presentarlo a siete lectores específicos posibles. Puede ser que haya otros, pero se me han ocurrido estos siete:

1.- A los que oyeron hablar de Mons. Pérez Sánchez

Si no lee el libro completo, le invito a no dejar de leer al menos la deliciosa e interesante introducción del mismo. En él aparece ya un retrato de Mons. Pérez Sánchez, como era percibido: “el cura bondadoso”, “el párroco típico de Santo Domingo”, “un personaje que hacía parte del paisaje capitaleño de los años cincuenta”, entre otros rasgos. Esa es la imagen que yo mismo había recibido y conservaba de él.

Pero también allí, igualmente, se retrata el autor. Con la sinceridad y sentido del humor, que lo caracteriza, afirma que, justamente por esas razones pintorescas conocidas, no se sentía motivado a escribir sobre Mons. Eliseo, aunque se lo habían pedido repetidas veces. Solo cuando se acercó a la rica documentación existente en torno a él y descubrió otras facetas de su vida y personalidad, emprendió la tarea de estudiarlo y de entregarnos una publicación tan completa, como esta que tenemos entre las manos. Así la lectura de la Introducción fácilmente invita a continuar la lectura para pasar de la mera percepción a la realidad plena.

2.- A los que conocieron de cerca a Mons. Pérez Sánchez

Considero que Mons. Bello Peguero, gran conocedor, admirador y continuador en buena parte de la obra del P. Pérez, se sentirá, como otros muchos, muy contento de esta obra sobre este valiosísimo sacerdote, su predecesor en la Catedral y en la Iglesia del Carmen. Estoy seguro de que la leerán y disfrutarán con verdadera fruición. Los hechos narrados aquí y la documentación que les acompaña le dan razón, Mons. Bello, por haber insistido al que mejor podía hacerlo, el P. Sáez, diciéndole repetidamente que el biografiado en el opúsculo suyo de 75 páginas, titulado el “Padre Pérez”, merecía una obra de mayor envergadura, que revelase de manera más completa las diversas facetas de su personalidad. Creo que con esta publicación usted se salió con las suyas y el P. Sáez también.

3.- A los historiadores
Estoy seguro de que a los historiadores, que son los científicos de la historia, les fascinará esta publicación por su rigurosidad científica y por ser una muy completa investigación sobre el personaje. La disposición de su contenido indica con toda claridad el camino seguido en la investigación, nos muestra sus grandes jalones y nos facilita la lectura:-

La Primera Parte, “La persona y sus rasgos esenciales,” nos ofrece justamente 16 rasgos que superan por mucho aquella primera percepción, verdadera sí, pero superficial, de la que hablaba el autor en su introducción y que le impedían descubrir toda la riqueza, que nos muestra en esta primera parte.

La Segunda Parte nos ofrece 479 documentos, citados textualmente, que no tienen desperdicio y es una delicia leerlos uno por uno. De ellos 36 son documentos biográficos, que se refieren directamente a la persona de Mons. Pérez Sánchez; y los restantes 443, como dice el autor, son históricos, “documentos producidos y calzados por la firma del biógrafo, es decir, cartas, decretos, circulares, sermones, discursos y artículos periodísticos, desde poco después de su ordenación en 1916, como amanuense de la curia, hasta 1779”.Cierra esta segunda parte un conjunto de fotografías, que retratan al biógrafo, no ya con palabras y documentos, sino con imágenes muy dicientes y significativas.
Con toda razón la Academia Dominicana de la Historia, ante una investigación de este tipo, quiso incluirla en su catálogo de publicaciones.

4.- A los sacerdotes

Sin lugar a dudas que a todo sacerdote le conviene leer esta biografía y repasar la documentación, que la avala, no solo para conocer la historia de uno de sus antepasados ilustres, sino para aprender de su vida y de la historia de la Iglesia, de la que fue actor y testigo de primer orden.

Notemos sólo estos diez rasgos suyos propios, recogidos aquí y allá a través de su obra por el autor, de manera incisiva y definitorios de una personalidad típicamente sacerdotal en República Dominicana:

-“Su habitual disponibilidad”
-“Su constante actividad”. En otro lugar dice:
“Su febril actividad”
-“Su afán organizativo”
-“Su entusiasmo de siempre”-“Su afán de conservar datos y hasta recortes”

-“Su constante interés por la formación del clero”-“Su evidente y continuado interés por la prensa católica”

-“Su continua participación en los medios de comunicación de la época, radio y periódicos”

-“Su constante simpatía”. Saludaba a todos- Su accionar “como sacerdote y dominicano.

Destaquemos este último rasgo: “sacerdote y dominicano”. Con él, Mons. Pérez Sánchez da continuación a la tradición que recibió del pasado y la entregó a las generaciones futuras: el sacerdote dominicano es, a la vez, hombre de Iglesia y participante activo en la vida de la nación. La documentación histórica, recogida en esta obra, muestra esta faceta del P. Pérez, de manera fehaciente. De ahí que una lectura reposada de cada documento puede convertirse en una lección o cátedra, que viene del pasado, se hace presente y se proyecta al futuro. Todavía esta postura del sacerdote dominicano, “hombre de Iglesia y metido en el lado de la cotidianidad de la vida nacional, familiar, social, económica y política de su pueblo”, como dos caras complementarias de su ministerio, resulta molesta a sectores de la vida pública dominicana. Lo quieren recluido en la sacristía, solo en cosas estrictamente eclesiásticas.

Mons. Pérez Sánchez fue un hombre con clara identidad sacerdotal (la sotana no era más que un signo de ella), que tenía su templo, su sacristía y cofradías, pero caminando en las calles de la capital, trotando por los pueblos del país, presente en los medios de comunicación social y activo en medio de los avatares de la política criolla.

5.- A los narradores
Lo menos que se puede pensar es que un libro de investigación histórica como este y de macizos documentos se pueda proponer a los narradores como un libro en el que se puedan sentir muy a gusto, como si estuviesen leyendo una deliciosa narración. Les confieso que la larga y rica documentación encontrada aquí no solo me ofreció datos y fechas, sino que al irla repasando, me pareció estar leyendo una narración de episodios interesantes, unos hechos y anécdotas que invitan a seguir viendo los que seguían después. Hasta me pareció, en algún momento, que podría incluirse este volumen, al menos una parte de él, en el género literario de la narración. Perdonen mi atrevimiento si presento también esta obra a los narradores, aunque no sean estrictamente historiadores, sino simplemente eso, lectores que disfrutan de una buena narración.

6.- A los curiosos

Sé que existe gente a la que le interesa saber cosas de la vida, de la historia, de las personas, no necesariamente chismosas ni estructuralmente historiadores, pero sí tienen la necesidad o el interés de conocer de todo. Eso los hace eruditos, sabios o poseedores de una amplia cultura.

A los que sientan interés o curiosidad de conocer “cosas” de la Iglesia; de su quehacer menos conocido o más difundido; de la política dominicana y su relación con los sacerdotes de ella; de detalles, de su cotidianidad y de detalles internos, que no se publican; de una información más completa y segura sobre su accionar más público y, tal vez, conocido fragmentariamente; a los que tengan curiosidad por conocer datos, cosas y detalles de la vida familiar, eclesial, social, nacional, folklórica del país, en los años que van de julio de 1891 a junio de 1979, les presento esta obra sobre Mons. Eliseo Pérez Sánchez. Esos 89 años, los que él vivió y actuó en esta isla del Caribe, están salpicados de datos, cosas y detalles alrededor de él, que pueden ser de interés para los curiosos, interesados en conocer más.

7.- A los retirados y eméritos

También a los que vamos entrando en el ocaso de la vida, les quiero presentar el último relato de la Primera Parte, a saber, el titulado “El lento ocaso de un hombre híper activo”.

Allí se recogen datos interesantes que enseñan cómo hablar y actuar después que se cumplen los 75, 80 u 85 años: para copiar del mismo Mons. Pérez Sánchez en esas edades, lo que es positivo y para no repetir los errores.Los de mi edad pueden repasar esas pocas páginas con ese objetivo y los más jóvenes para empezar, desde la escuela de la historia, a prepararse para cuando llegue el ocaso de sus vidas plenas y activas.

Conclusión

No puedo concluir esta presentación sin traer a colación una anécdota de Mons. Pérez Sánchez, relacionada con su amada Basílica de la Altagracia. O si se quiere sin presentar también ese rasgo esencial de su vida. En la larga referencia que hace el P. Sáez de las tareas y empeños de su biografiado en torno a la Basílica de Higüey en su tópico quince de la Primera Parte, cuando trata “la vuelta a su trabajo pastoral (1963-1979), afirma que “el mismo había pedido a Dios una prórroga de vida para alcanzarla a ver”.

A este propósito, la tradición oral todavía dice que, después de la inauguración de la Basílica, el 21 de enero de 1971, Mons. Pérez Sánchez pasó ante la imagen de la Altagracia y le dijo: “Pedí a Dios una prórroga de vida para alcanzar a ver terminada la Basílica. Me la concedió. Y ya estoy dispuesto a partir. Pero no tengo problemas en que me dé otra prorroga”. Se la concedió hasta 1979.

DOY FE en Santo Domingo, el veintiocho (28) de octubre del año del Señor dos mil quince (2015), día en que fue puesto a circular en la Academia de la Historia. l

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