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Así se grababan los deportes extremos cuando no existía la GoPro

Así se grababan los deportes extremos cuando no existía la GoPro
Así se grababan los deportes extremos cuando no existía la GoPro

La mezcla es explosiva y no podría estar más de moda: un deporte extremo patrocinado por una famosa compañía, alguien tan temerario como para practicarlo y una cámara de pequeñas dimensiones y alta calidad.

A la ecuación solo le hace falta una plataforma como YouTube para dar como resultado una cantidad ingente de vídeos en los que, por fin, el espectador puede saber qué se siente al tirarse por un cañón en bicicleta:

 

Desde California, GoPro ha logrado popularizar esta vertiente audiovisual que permite disfrutar de los deportes que practican otros en primera persona. Las dimensiones de sus cámaras y la calidad de las imágenes han sacado las grabaciones deportivas del ámbito profesional para llevarlo al mundo amateur.

Sin embargo, la compañía creada en 2002 no ha inventado nada nuevo. El ansia por vivir a través de una pantalla las prácticas más alocadas superó el paso de los años dejando atrás limitaciones de todo tipo. Al fin y al cabo, en los 60 solo había una forma de ver un circuito de Fórmula 1 desde el punto de vista del piloto.

 

Así se solucionaba el problema. Si el deporte requería de un casco, todo era tan sencillo como adaptar lo que hasta ahora solo era un protector craneal para que cumpliera una segunda función: hacer de soporte para una cámara de mediados del siglo XX.

Corría el año 1966 y el joven Jackie Stewart se prestaba a llevar una Nikon F acoplada al casco durante los entrenamientos del Gran Premio de Mónaco para tomar algunas imágenes únicas. La cámara en cuestión tenía un precio de 230 dólares, cerca de 1.700 dólares actuales si tenemos en cuenta la inflación (es decir, unos 1.500 euros). Ahora, cualquiera puede tener una GoPro por algo más de 400 euros.

Volviendo al papel de Stewart en Mónaco, el piloto de BMR ganaría la carrera de aquel gran premio en el que, obviamente, no participó utilizando este peculiar casco fotográfico. No obstante, su uso en los días previos permitió que el famoso fotógrafo de la Fórmula 1, Rainer W. Schlegelmilch, tomara esta instantánea, la que muestra lo que probablemente es uno de los primeros cascos con cámara integrada utilizados en el automovilismo.

En aquellos tiempos ya se conseguían planos muy similares a los que podemos ver hoy en cualquier retransmisión del mundo del motor. Por ejemplo, se lograba ver lo que estaba sucediendo delante de cada coche gracias a una cámara instalada en los bajos de los vehículos. La diferencia con lo que vemos hoy en día se reduce, básicamente, al tamaño de las cámaras y la calidad de las imágenes, pero el efecto es el mismo:

 

 

 

 

 

 

 

 

 

En contra de lo que pudiera parecer, las cámaras de antaño no solo fueron utilizadas para hacer fotografías o grabar vídeos de deportes de motor. Si bien en los 60 y los 70 estos eran de los más extremos por la velocidad y el peligro que entrañaban, no eran los únicos.

Unos años antes de que Stewart paseara a toda velocidad una Nikon por Mónaco, otro casco con cámara se despeñaba de un avión en caída libre. Lo hacía junto a uno de los pioneros del paracaidismo, Bob Sinclair, que creó dispositivos experimentales para grabar las imágenes que serían emitidas en la serie de televisión Ripcord, un programa de comienzos de los 60 que acercaba las hazañas del paracaidismo al público general.

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