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Chile: el drama de un mono abusado que logró superar su adicción al alcohol  

Chile: el drama de un mono abusado que logró superar su adicción al alcohol
Chile: el drama de un mono abusado que logró superar su adicción al alcohol

Logró superar una adicción al alcohol impuesta con crueldad por sus antiguos dueños un mono capuchino llamado Nicolás, quien ahora está protegido en un Centro de Primates de Santiago, donde junto a él un centenar de primates víctimas del tráfico han recuperado su dignidad.

Antigua mascota de comerciantes de Santiago, sin sus colmillos y obligado a fumar y beber, Nicolás llegó como un adicto hace más de una década al Centro de Rehabilitación de Primates de Peñaflor, en las afueras de Santiago.

«A los dueños les gustaba darle alcohol, porque les gustaba la reacción que tenía al tomar. Se ponía más agresivo y entonces eso les causaba risa», cuenta Nicole Rivera Helbig, veterinaria responsable del centro, mientras acaricia a Nicolás, que parece incomodarse con la presencia de la cámara de la AFP.

Después de ser rescatado por la policía, Nicolás -un primate del tipo ‘Cebus apella’- recibió un tratamiento similar al que son sometidos los humanos con adicciones. Pasó por todas las etapas de la rehabilitación y, tras soportar la abstinencia y ser tratado con antidepresivos, logró recuperarse.

Pero su caso no es aislado. El alcohol, junto al «cigarrillo y la droga, son lo más común que le dan a los monos, porque lo ven como un juego», señaló la especialista.

En el centro hay además un mono que fue adiestrado para extraer sin levantar sospechas alhajas a desprevenidos y una primate anciana que soportó en un laboratorio experimentos hormonales.

Tras años en que tener un mono era considerado un símbolo de estatus, hoy tener primates ya no es tendencia en Chile, aunque el negocio de traficar con especies exóticas sigue siendo uno de los más lucrativos del mundo. El comercio de monos «se fue a la baja, no obstante, continúa habiendo una cifra negra» y se detectan «primates por tenencia en forma esporádica, uno, dos, lo más tres al año», dijo Carlos Muñoz, subcomisario de la Brigada Investigadora de Delitos contra el Medioambiente y Patrimonio Cultural en la región Metropolitana de Chile.

La ley chilena prevé de uno a 60 días de cárcel y abultadas multas para los culpables de tráfico de especies, con penas mayores en caso de reincidencia, pero eso no es suficiente para frenar -en especial en las zonas fronterizas- el ingreso de animales exóticos desde Argentina, Brasil, Perú y Bolivia.

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