En lo que funciona como una despedida oficial de su rol de primera dama de Estados Unidos, Michelle Obama será la tapa de la edición de diciembre de la revista Vogue. La producción fue realizada en la Casa Blanca y sus jardines, y contó con la mirada detrás de la lente de Annie Leibovitz, la icónica fotógrafa estadounidense que tiene en su haber los mejores retratos de John Lennon y Yoko Ono, la ex pareja Pitt-Jolie o Leonardo di Caprio entre muchos otros. Leivobitz es sin duda la fotógrafa más talentosa de este tiempo y Michelle tampoco se quiso perder el paso por su cámara emblemática.
En esta tapa de 2016 –la tercera que realizó para Vogue, después de las portadas de 2009 y 2013– Obama lució magnética en los jardines Sur que se advierten desde el Salón Oval, con un vestido blanco de Carolina Herrera y pendientes de Monique Péan. En la producción, Michelle vistió también un Versace azul con efecto tornasolado.
Para el diseñador de alta costura César Juricich, se trató de una «excelente producción monocromática», y destacó el rol de la escenografía.
«Ella esta muy bien producida, en cuanto al estilismo, maquillaje y pelo. Se la ve muy distinguida. Michelle es muy alta, pero todas las piezas fueron muy bien elegidas porque la estilizan. La ropa es sublime, sin estridencias y resaltan su naturalidad. Se la ve como a una verdadera modelo consagrada. Está perfecta», resumió a Infobae.
Consultada sobre lo que extrañará de su vida en Washington, confesó que sentirá la falta de las pequeñas cosas. «Es hermoso mirar el Jardín Sur y el monumento a George Washington cuando dejó de llover; el césped queda de un color verde muy profundo. Voy a extrañar despertarme y ver eso, poder tenerlo delante de mis ojos cada vez que quiera».
Al igual que otras mujeres líderes como Jackie Kennedy, la estadounidense es dueña de un estilo propio que trasciende a su rol público y que hoy miles de mujeres alrededor del mundo lo adoptan, convirtiéndola en un ícono de la moda mundial.
Desde: INFOBAE