Estas restricciones lo han parado casi todo
Ocho monjes franciscanos con mascarilla recorrieron hoy, Viernes de Dolores, la Vía Dolorosa de la Ciudad Vieja de Jerusalén para recrear el Vía Crucis, una procesión que se repite cada semana y que esta vez transcurrió con las tortuosas calles desiertas y a dos días de comenzar una Semana Santa que este año se celebrará en una situación excepcional: sin peregrinos debido a las severas restricciones de movimientos impuestas por la pandemia de coronavirus COVID-19.
Estas restricciones lo han parado casi todo, lo que afecta de lleno a las fiestas religiosas en Tierra Santa, que este año, por primera vez en décadas, no recibirá a los miles de cristianos que cada año por estas fechas visitaban el lugar desde todos los puntos del planeta.
«Con el mundo bloqueado no podemos pensar en tener peregrinos», declaró el custodio de Tierra Santa, fray Francesco Patton, que aseveró que esta «será una Semana Santa de tono menor» y «distinta» ante «la tragedia por la pandemia».
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Las medidas tomadas por el Gobierno israelí para combatir la expansión del virus han supuesto el cierre de iglesias, mezquitas y sinagogas, y prohíben la celebración de eventos religiosos para prevenir el riesgo de infección.
La basílica del Santo Sepulcro, el lugar más sagrado para el cristianismo, está clausurada desde hace más de una semana.