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5 puntos clave para el presidente Abinader

El salto de la campaña a la gestión

El filósofo Sócrates decía lo siguiente: “comenzar bien no es poco, pero tampoco es mucho”. Basado en este pensamiento me motivé a externar algunas ideas y recomendaciones para el presidente Luis Abinader.

Durante la reciente campaña política (una de las más agresivas que hemos vivido en las últimas décadas) fuimos saturados de mensajes y promesas por todas la vías de comunicación existentes. Era difícil incluso digerir y entender cuál era la propuesta real de cada candidato ante los principales temas de la nación porque el ‘bombardeo’ era tan fuerte que uno prefería simplemente evitar más información. Solo deseábamos que por fin llegara el 5 de julio, para que todo aquello acabara.

Y así fue. El 5 de julio llegó, y con ellas unas elecciones nacionales históricas, no solo por ser el primer país de la región en celebrar unas elecciones en medio de una pandemia, sino porque consigo destronó la corona del poder que desde hacía 16 años ostentaba el Partido de la Liberación Dominicana (PLD). La algarabía y la euforia retumbaba en las filas del nuevo partido de Gobierno, el Partido Revolucionario Moderno (PRM), y en los hogares dominicanos se respiraba un aire de esperanza y de conformidad.

Se hacían largos los días y el cambio de mando parecía no darse nunca. Nuevos escándalos del Gobierno saliente hacían que el repudio de las masas se hiciera cada vez mayor; mientras que el Presidente Electo iba rompiendo esquemas y elevando las expectativas de la gente a través de las designaciones de su Gabinete vía Twitter.

Llegó el 16 de agosto, Día de la Restauración y día de la toma de posesión del nuevo presidente. Día en que caía un imperio ante nuestras narices, un aclamado “PLD danilista” que rompió paradigmas al llegar al poder en el 2012, se reeligió con un 60% de los votantes y cuyo líder fue valorado como uno de los mejores presidentes de la región. Había entrado por la puerta grande. Pero ese día salía por la ventana de atrás. El nivel de rechazo era impensable para un presidente que llegó a ser tan afamado.

Me preguntaba, ¿qué pasó?, ¿cómo se dio ese cambio tan brusco? Entonces retrocedí en el tiempo, y volví al 2004, cuando el pueblo clamaba a gritos que regresaran Leonel Fernández y el PLD, luego de 4 años de gobierno del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) y en medio de una de las peores crisis económicas del país.

El regreso del “léon” lo recuerdo como algo apoteósico, al igual que su reelección. Todos los dominicanos se sentían orgullosos de tener un presidente que lo representara de forma tan digna fuera del país, como lo hacía Leonel. Sin embargo, la percepción cambió y al concluir su mandato se fue como un presidente detestado por las masas. Entonces me pregunto nuevamente, ¿cómo y por qué paso esto?

Pero entonces recordé la euforia con que el país celebró el triunfo de Hipólito Mejía y el PRD en el 2000: “fuera los ‘comesolo’, llegó Papá”. Todo esto para ni siquiera ser reelegido por lo mal valorada que fue su gestión. Entonces otra vez… ¿qué rayos pasó? ¿Será que todos los políticos son malos, como algunos afirman?

Sé que cada quien tendrá mil explicaciones para condenar y/o justificar en cada caso mencionado, pero lo que sí podemos afirmar es que aquí hay un patrón interesante que se repite una y otra vez: entran bien y salen mal (algunos peores que otros).

¿Cómo romper con este patrón? ¿Cómo lograr un cambio real? ¿Cómo mantener ese nivel de aceptación hasta el final de una gestión gubernamental y retirarse dignamente? ¿Cómo ser recordado por las diferentes generaciones como un buen presidente?

Quisiera tener las respuestas a todas estas preguntas, pero apenas llego a poner en orden algunas ideas que, basado en mis conocimientos y experiencias como consultor de comunicación, entiendo que marcan ciertas pautas y arrojan luz a esa fórmula absoluta que hasta hoy desconocemos. Sin miedo a equivocarme, Hipólito, Leonel y Danilo fallaron en al menos 2 de estos 5 puntos:

1- La comunicación es la clave. A la gente no le gusta un presidente silente, que hable solo a través de otros; tampoco un presidente sin frenos en la boca. Es importante una comunicación oportuna, genuina y transparente que genere confianza y que mantenga esa conexión con la gente que un día les llevó al poder. Si tomamos el ejemplo de Obama, muchos de quienes opinan que ha sido el mejor Presidente de los Estados Unidos, ni siquiera manejan datos exactos de su gestión para sustentar su opinión; sin embargo, su cercanía con la gente y empatía lo colocan en un nivel superior de liderazgo.

2- “Walk the talk”. Quizás has escuchado esta frase anteriormente que, en síntesis, significa “haz lo que predicas”. Su aplicación no es muy usual en nuestros políticos una vez que llegan al poder. Esto hace que sus discursos se vuelvan retóricas vacías, llegando a convertirse en un arma letal en manos de sus adversarios. Si bien Donald Trump no es el mejor modelo de líder, hay que admitir que uno de sus puntos más fuertes y por lo que sus seguidores más lo valoran, es porque sus acciones van muy alineadas a su discurso.

3- I.P. Maquiavelo. Nuestros gobernantes deben deshacerse de las ideas maquiavélicas de una vez por todas. “El fin justifica los medios” y “mejor es ser temido que ser amado”, son algunas de las premisas que mantienen viva la sombra trujillista en el Palacio Presidencial. Primero, nada ni nadie está por encima de la ley; y segundo, el respeto se gana, no se impone.

4- Mateo 23:12. “El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido”. Al parecer, es cuestión de tiempo que los gobernantes vayan perdiendo la sensibilidad, la humildad y la sencillez que mostraban durante las campañas electorales, cuando recorrían los barrios y los campos, repartiendo abrazos y funditas de pollo a cambio del voto. Nos han hecho creer el cuento de que el pueblo está en deuda con ellos por cada cosa buena que hacen a favor de la nación. Han ignorado que el ego y la arrogancia son como el cáncer, capaz de destruir aun al que pareciera estar más sano, y lo hemos visto. Y es que aun quien proclamó ser el Hijo de Dios, se entregó al servicio hasta la muerte, y hoy contamos la historia en un antes y un después de él. ¿Qué cosa no nos queda clara de este ejemplo?

5- Pasa la antorcha. La principal característica de un líder debe ser su capacidad de multiplicarse en otros líderes. Un liderazgo que concentre su poder en sí mismo, pasa a ser un ídolo, venerado por séquitos y “tumbapolvos” sin capacidad de dirigir ni tomar decisiones. Es un como padre estéril cuya familia está condenada a desaparecer.

El presidente Luis Abinader tiene una oportunidad de oro en sus manos para marcar un nuevo estilo de gobierno, ya que el pueblo ha depositado toda su esperanza en su discurso del “cambio”, y en las pocas semanas ejerciendo como mandatario ha dado buenos indicios de esto. Pero, tal y como hemos explicado, tiene 4 años por delante para definir si sale o se queda, y 8 años para trabajar en cómo será recordado.

“Saber irse es más importante que saber llegar. Casi siempre todo el mundo llega bonito”. — Hayddé Domínguez, Psicóloga.

Por:  Iván Alcántara

 

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