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Netanyahu dará batalla, pero su situación es cada vez más imposible

Es acusado de corrupción por la fiscalía israelí

El primer ministro israelí en funciones, Benjamín Netanyahu, mostró ayer que plantará cara a las acusaciones de corrupción de la Fiscalía. No se irá por la puerta de atrás. Pero, sin capacidad de formar gobierno y con un cuestionamiento creciente, su situación es cada vez más imposible de mantener.

«Ni arrepentimiento, ni humildad», resumía hoy el analista Yossi Verter en el diario Haaretz la actitud con la que Netanyahu se enfrentó ayer al anuncio del fiscal general del Estado, Avijai Mandlebit (que él mismo nombró), de que le acusará de fraude, cohecho y abuso de la confianza.

Netanyahu dejó claro que dará la batalla y piensa pelear hasta el final. Pero su semblante dejaba entrever que la cumbre le es cada vez más inalcanzable.

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Su acusación llega en un momento de bloqueo político en la que Netanyahu no ha logrado formar ejecutivo, tras dos comicios en seis meses. Ni ha logrado apoyos suficientes para ello, ni ha sabido alcanzar un pacto para repartirse el poder con su principal rival, el líder de la formación centrista Azul y Blanco, Beny Gantz, que le ganó en escaños y al que pretendió imponerle todos sus socios políticos como compañeros de viaje.

Netanyahu, interpreta el analista Chemi Shalev, se ha defendido acusando a la Justicia y la Policía de «corrupción inherente» y de conspirar contra él, y ha optado por «declarar un motín contra el Estado que lidera».

Su reacción desafiante ayer, cuando calificó las acusaciones de «intentona golpista» y el proceso de «contaminado», demostró que no piensa retroceder.

«Bibi» (como se le conoce en Israel) es el primer jefe de Ejecutivo de la moderna historia israelí que será acusado judicialmente mientras ostenta el cargo, un duro golpe a su legitimidad para seguir en el poder, que llega en un momento de estancamiento político sin precedentes en el país.

Tras dos elecciones generales, ni él ni Gantz han logrado formar Gobierno, por lo que el presidente del Estado de Israel, Reuvén Rivlin, ha trasladado el mandato al Parlamento, que podría darle el encargo a cualquiera de sus 120 diputados, aunque en estos momentos parece improbable que alguno pueda lograr la mayoría de 61 necesaria.

Las opciones de Netanyahu para recibir el apoyo de 61 diputados y tener un último intento para formar gobierno son casi inexistentes, creen los analistas locales, e incluso hay dudas de que pudiera legalmente hacerlo.

«Según la ley israelí, una persona que ejerce como primer ministro puede seguir en el cargo incluso bajo acusación, pero hay dudas legales de que una persona bajo acusación pueda recibir el encargo de formar gobierno», explica a Efe el analista israelí de asuntos políticos Owen Alterman.

El abogado del Estado, Shai Nitzan, parece haber indicado en conversaciones internas en el ministerio de Justicia que no podría hacerlo, informó hoy el diario Globes, que cita fuentes oficiales anónimas.

Netanyahu podría pedir la inmunidad a la Cámara, pero es difícil que esa petición prospere ante la falta de una mayoría. Podría también concurrir acusado a unas terceras elecciones, si su partido, el derechista Likud, se lo permite.

La mayoría de sus socios parlamentarios, los grupos ultraortodoxos y de derechas, han cerrado filas en torno a él. Y el Likud tampoco ha puesto aún en cuestión su liderazgo, aunque empiezan a abrirse rendijas.

Uno de sus posibles sustitutos, el diputado Guideón Saar, señaló ayer que el partido debería celebrar primarias si Israel se ve abocado a unas terceras elecciones, y dijo que él se vería capaz de formar una coalición gubernamental y «unificar la nación».

Desde el campo opositor se multiplican las exigencias de dimisión. El Partido Laborista ha anunciado que pedirá al Tribunal Supremo que Netanyahu sea incapacitado temporalmente y la asociación Movimiento por un Gobierno de Calidad prevé manifestarse el próximo 30 de noviembre para pedir su cese.

«El escenario más probable es que siga aferrándose» al poder, dice a Efe Guideon Rahat, profesor de Ciencia Política y miembro del Instituto para la Democracia de Israel, que cree que Netanyahu «quiere mantener su posición porque no quiere ir a juicio».

Hoy, la coalición Azul y Blanco de Gantz presentó una petición al fiscal general exigiendo que el primer ministro renuncie a todas las carteras ministeriales que encabeza: las de Asuntos de la Diáspora, Bienestar, Sanidad y Agricultura.

La tensa situación ha hecho ganar credibilidad a la figura de Gantz, que desde un principio rechazó formar parte de un ejecutivo de unidad con Netanyahu si este finalmente era acusado.

«Un ministro que ha sido acusado no puede continuar ocupando el cargo», aseguró el partido en una carta dirigida a la Fiscalía y al propio Netanyahu, en la que considera «imperativo» que este deje sus puestos ministeriales.

EFE

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