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Nacionales y colorados aproximan posturas en previsión de ajustada votación uruguaya

La previsión de unos resultados muy ajustados en las elecciones legislativas y presidenciales del 26 de octubre en Uruguay abrió el camino a las primeras propuestas de alianzas entre los partidos opositores Nacional y Colorado de cara a una casi segura segunda vuelta para definir la presidencia.

Un sondeo difundido por la empresa Interconsult reveló que el gobernante Frente Amplio (FA) alcanzaría un 42 % de los votos, mientras los Nacionales (PN) quedarían segundos con un 32 % y los colorados (PC) terceros con un 14 %, resultados que dejarían un Parlamento sin mayorías y obligarían a un balotaje (segunda ronda).

Con estas cifras, el resultado electoral es “imposible” de predecir, ya que “cualquiera puede se presidente”, opinó el presidente de Interconsult, Juan Carlos Doyenart.

Este escenario ha llevado a los líderes de los partidos “tradicionales”, como se conoce a los nacionales y colorados, a atemperar en los últimos días las críticas de unos a otros y comenzar los llamados a la “unidad”, conscientes en que a partir del próximo lunes deberán coordinar fuerzas si quieren vencer a la izquierda y volver a ser gobierno en Uruguay.

El paso más claro en este sentido lo ofreció el expresidente colorado Jorge Batlle (2000-2005), quien en declaraciones publicadas hoy no dudó en afirmar que su partido apoyará a los nacionales en caso de una segunda vuelta, toda vez que se haya logrado que los colorados estén “bien representados en el Parlamento”.

“Si le tocará al PC, los ‘blancos’ ya me ayudaron a mi (en 1999) y si le tocara a los ‘blancos’, nosotros vamos a cumplir y los vamos a votar y a acompañar”, añadió el veterano líder.

Precisamente nacionales y colorados formaron bajo Batlle un gobierno de coalición, pero la unión colapsó con la crisis financiera del año 2002.

El entusiasmo por esta alianza entre los históricos gobernantes del país, quienes se enfrentaron en numerosas ocasiones, alguna de ellas con las armas en la mano, durante los últimos 170 años, no ha sido todavía directamente expresado por el candidato colorado, Pedro Bordaberry, quien consultado al respecto por Efe indicó que ese será un “río que se cruzará cuando se llegue”.

Sin embargo, su candidato a vicepresidente, Germán Coutinho, ya dejó caer en su más reciente mitin que Bordaberry sería un buen candidato para “convocar al resto” e ir “por el mejor Uruguay”, un un país que espera “unido”.

Del mismo modo, Luis Lacalle Pou, el candidato nacional, también inició su aproximación a los colorados y comenzó a exhibir una bandera uruguaya en sus apariciones públicas en lugar de la tradicional enseña “blanca”, un pabellón históricamente denostado por los colorados.

“El PN es el instrumento, no el fin, para tener una mejor sociedad. A partir del 27 de octubre esta es la bandera (la uruguaya) que tenemos que usar”, dijo Lacalle en un mitin esta semana, en un guiño directamente dirigido a los no nacionalistas que deberán votar por él si quiere ser presidente.

En una encuesta publicada por la consultora Equipos, un 59 % los votantes colorados dijeron que apoyarían a Lacalle en el balotaje, que si es necesario se celebrará el 30 de noviembre, mientras que un 14 % dijo que lo haría por el candidato del FA, el expresidente Tabaré Vázquez (2005-2010).

Mientras, la campaña electoral se aproxima a su fin y todos los partidos agitan sus temas de campaña y sus líderes visitan la mayor cantidad de lugares posibles para tratar de arañar los últimos votos.

Mañana, cuando concluirá la campaña, tras lo cual vendrá el periodo de silencio preelectoral, los “blancos” tendrán su último acto proselitista en la ciudad de Las Piedras, en el departamento de Canelones, el segundo más poblado del país, considerado clave en la definición electoral y en donde el FA obtuvo la mayoría en 2009.

Bordaberry culminará en Montevideo el jueves con una movilización bajo el lema “sí, se puede y la virada (el giro) ya comenzó” y con sus temas centrales de campaña, la seguridad y la educación.

Tabaré Vázquez también cerrará su campaña en Montevideo, el principal granero de votos de la coalición de izquierda que gobierna Uruguay desde 2005.

Allí, el veterano político buscará recuperar el entusiasmo de sus seguidores para poner al FA más cerca de un tercer gobierno consecutivo, algo para lo que necesitará no solo no perder el voto de los desencantados con el oficialismo, sino atraer al importante número de indecisos que se perfilan como claves en esta elección.

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