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Bloguera Yoani Sánchez regresa a Cuba

LA HABANA (AP) — Una de las celebridades más famosas de Cuba está por volver a la isla luego de una prolongada gira mundial, pero lo más probable es que no la reciba una comisión de bienvenida con flores o música de bandas.

Posiblemente la mayoría de los isleños ni siquiera se enterará.

Cuando Yoani Sánchez aterrice en un vuelo procedente de Madrid el jueves, dará un paso hacia un futuro incierto que podría significar que la bloguera disidente tenga más influencia —o significativamente más problemas— en la isla de gobierno comunista que nunca ha visto con buenos ojos a los disidentes.

«Es prematuro hacer una valoración», dijo a The Associated Press el marido de Sánchez y compañero disidente, Reinaldo Escobar, sobre el impacto del muy difundido viaje de su esposa. «Lo que le espera aquí es mucho trabajo, mucha responsabilidad y la posible realización de algunos sueños».

En varios tuits del miércoles por la madrugada, Sánchez dijo que regresaba a Cuba después del «viaje de mi vida» y que estaba «feliz, exhausta y con muchas ideas».

Para quienes se preguntan por qué quiere regresar a una isla que la considera una enemiga pública, Sánchez respondió: «Regreso porque soy testaruda… muy testaruda y para mí la vida no está en otra parte sino en otra Cuba».

Las autoridades comunistas permitieron que Sánchez y varias figuras de la oposición menos conocidas pudiesen viajar al extranjero como parte de reformas migratorias históricas que entraron en vigencia en enero, que eliminaron varios requisitos de visado de salida para todos los cubanos.

Aprovechando su nueva libertad, Sánchez visitó más de una decena de países desde que comenzó su viaje el 17 de febrero. Visitó la Casa Blanca, dio discursos ante parlamentarios europeos y latinoamericanos e intercambió ideas con luminarias tan diversas como el político polaco Lech Walesa y el músico cubano-estadounidense Emilio Estefan.

Sánchez, quien ganó fama con comentarios sociales ardientes en su blog Generación Y en un flujo constante de tuits, ha dicho que quiere crear un periódico en línea independiente tras su regreso.

Eso podría poner a la bloguera de 37 años de edad en un curso de colisión con el gobierno del presidente Raúl Castro. La isla nunca ha rehuido al oprobio internacional cada vez que sintió que su seguridad estaba en riesgo.

En 2003, Fidel Castro encarceló a 75 intelectuales, activistas y comentaristas sociales en una notoria campaña contra la disidencia. Sin embargo, su hermano Raúl, quien asumió el poder en 2006, los puso en libertad como parte de una serie de reformas sociales y económicas.

Cuba considera a todos los disidentes como títeres pagados por Washington y Miami a fin de provocar problemas internos. El gobierno no hizo ninguna declaración sobre el inminente regreso de Sánchez.

Los observadores están divididos sobre cómo iba a reaccionar Cuba, pero varios coincidieron en que el gobierno probablemente no reaccione con demasiada dureza porque Sánchez, al igual que otros disidentes, tiene muy pocos seguidores en la isla.

«La prominencia internacional le ofrece oportunidades para futuros viajes y protección contra un posible arresto», dijo Arturo López Levy, un analista cubano y profesor de la Universidad de Denver. «Pero nada de eso potencia su capacidad de convocatoria interna, que sigue siendo exigua».

Los disidentes se quejan de que el gobierno controla todos los medios de comunicación, con lo que evita de hecho el discurso público, y que quienes apoyan abiertamente a los críticos son hostigados y condenados al ostracismo.

No obstante, también es cierto que después de más de medio siglo de un gobierno de un solo partido, muchos cubanos reaccionan con escepticismo a los asuntos políticos y no ven a los disidentes como una respuesta viable a sus problemas cotidianos.

De 20 vecinos de La Habana consultados informalmente por The Associated Press esta semana, sólo siete dijeron haber oído hablar de Sánchez. Varios no estaban seguros de quién era exactamente. Sólo tres dijeron que sabían de su viaje internacional.

«Es la primera vez que escucho ese nombre» dijo Irene Solís, de 23 años.

«¿Quién?», preguntó Rosa Suárez, de 34 años.

La falta de notoriedad de Sánchez en su propio país está muy lejos del tratamiento de estrella que tuvo durante el viaje, su primero fuera de la isla, después de años de habérsele negado el permiso de salida.

Durante más de tres meses, Sánchez visitó Brasil, Perú, México, España, Italia, República Checa, Polonia, Suecia, Suiza, Alemania, Noruega, Holanda y Estados Unidos, donde se reunió con altos funcionarios del gabinete del presidente Barack Obama.

La bloguera habló con líderes internacionales de derechos humanos, dio discursos en universidades de Estados Unidos y recorrió las oficinas de Google y Twitter en Nueva York. En Miami recibió ovaciones calurosas de exiliados cubanos y se maravilló de encontrarse con una «Cuba fuera de Cuba».

Sánchez paseó por las playas bañadas de sol en Río de Janeiro, tuiteó una foto de una obra maestra de Picasso en el Museo de Arte Moderno de Nueva York y visitó el sitio donde estaba el muro de Berlín.

También se reunió con editores de medios de comunicación, desde la Radio Pública de Estados Unidos y el diario The New York Times hasta el periódico español El País.

Durante una conferencia de periodismo regional en México, Sánchez sostuvo que los blogueros cubanos caminan por «una delgada línea roja entre la libertad y la cárcel», comentarios que seguramente molestaron a las autoridades en La Habana.

Ted Henken, un experto en Cuba que ayudó a organizar parte de la gira de Sánchez, dijo que ella había ganado más de 100.000 seguidores en Twitter desde que partió, con lo que ahora suma más de medio millón.

Será una extraña vuelta a casa cuando Sánchez arribe al sencillo apartamento que comparte con Escobar y el hijo de ambos, pero su regreso también significa desafíos para el gobierno, pues es casi seguro que el tratamiento que reciba será observado estrechamente por periodistas, gobiernos extranjeros y organizaciones de derechos humanos.

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