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Valle Nuevo: la emergencia ambiental sigue latente año y medio después de ordenarse desalojo

Santo Domingo, RD.- En junio del 2021 el Ministerio de Medio Ambiente emitió una resolución para completar el rescate del Parque Nacional Valle Nuevo, área protegida donde se produce más del 50 por ciento del agua que se utiliza tanto para el cultivo como para el consumo humano en el país.

Más de un año ha pasado y completar el rescate de la franja sur de ese parque todavía es una tarea pendiente.

El cultivo en esta área protegida se mantiene activo. Hay quienes aquí cultivan bajo la incertidumbre de una tarea de rescate inconclusa.

Luego de haberse emitido la resolución 16-21 que prohíbe la agricultura y ganadería en la franja sur de Valle Nuevo, el nuevo lindero fue marcado. Pero año y medio después, esa reserva continúa sufriendo los embates de la explotación agrícola.

Los bueyes aran la tierra. El herbicida rocía la siembra mientras el semillero desyerba la cebolla. Las plantaciones tanto de ciclo corto, como el repollo y la tayota, y de ciclo largo, como el aguacate hass, café y cepa de apio, siguen creciendo. Al mismo tiempo, cosechan algunos productos como la papa y las fresas.

A simple vista parecería claro el hecho de que esa dinámica de producción tiene lugar en terrenos prohibidos. Sin in embargo, cuando esa prohibición llegó, con la declaratoria de reserva natural, la “biodiversidad” en el entorno también incluía decenas de familias que tenían allí toda una vida.

La señora Santa Méndez alimenta sus gallinas y se concentra en los quehaceres del hogar. Así disimula el temor que siente de abandonar el que ha sido su hogar por 50 años.

Para otros el pausado proceso de desalojo ha sido aún más traumático. Aseguran no saber con certeza cuándo sembrar o no, pone en juego su único sustento e incrementa sus deudas. A algunos les ha vencido la depresión.  Al padre de Manuel Aristo se le agravó la diabetes por la profunda tristeza de tener que dejar sus tierras. Y murió.

A pesar de todo, están dispuestos a entregar la tierra. Pero sus condiciones son claras. Así ha quedado evidenciado en protestas y enfrentamientos que se han suscitado cada vez que las autoridades intentan frenar el trabajo, sin antes indemnizar.

Las imágenes registraron impasses entre campesinos y militares cuando el Servicio Nacional de Protección Ambiental (SENPA) intentó frenar la siembra en abril de 2022. A medida que avanza ese año, los enfrentamientos se tornaron aún más desafiantes.

En este valle chocan dos realidades: la de familias productoras que por décadas han tenido aquí su sustento La otra: unas montañas cuya deteriorada capa boscosa podría tardar años en recuperarse.

El daño histórico de la explotación agropecuaria en Valle Nuevo sur es evidente. Una gran extensión del bosque ha perdido su verdor. Medio Ambiente estima son más de 45 mil las tareas afectadas. Esto pone en riesgo la diversidad de ecosistemas que allí convergen y riqueza hídrica que posee.

Un ave eleva su canto como señal de la importancia de esta reserva. Son más de 700 cuerpos de agua que emanan de estas montañas. Además, alimentan afluentes troncales como El Yaque, Yuna, Río Grande y otros. Se estima que siete de cada diez productos que consumen los dominicanos se cultivan con esas aguas. 

En una ocasión los productores de La Horma propusieron a las autoridades un “plan agroforestal” como alternativa para disminuir el impacto ambiental del cultivo. Sin embargo, no parece ser una opción para las autoridades que han dejado claro sus planes de desalojo, aunque su ejecución se ha haya visto retrasada.

Mientras las autoridades intentan avanzar en la concretización del rescate, en Valle Nuevo sur se sigue sembrando, cosechando y alimentando con esa producción toda una cadena comercial. Pero, al mismo tiempo, están quienes tratan de vivir del día a día en medio de la incertidumbre

Más contenido por Karilyn Cuevas