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Un partido de ultraizquierda podría ser la llave en Cataluña

BARCELONA, España (AP) — Un pequeño partido catalán de izquierdas ha experimentado una llamativa transformación, para dejar de ser una anécdota llamativa y convertirse en un posible partido llave en la campaña catalana por la independencia.

La Candidatura de Unidad Popular (CUP) se suma a varios movimientos de ultraizquierda que ganan fuerza en Europa, como el gobernante partido griego Syriza o el español Podemos, así como la corriente que convirtió la semana pasada en líder del Partido Laborista británico al socialista Jeremy Corbyn.

Como en otros casos, las duras medidas de austeridad han dado alas al CUP, que ahora podría resultar clave para las aspiraciones de los separatistas catalanes decididos a cortar sus lazos centenarios con España.

Los catalanes votan el domingo en unas elecciones regionales que el bando independentista espera les den autoridad para encarrilar a la región hacia la independencia, un objetivo que el gobierno central en Madrid considera ilegal.

Las encuestas muestran que la carrera está ajustada y que el gran bloque de «Juntos por el sí» formado por los partidos proindependencia de todo el espectro político necesitaría el apoyo del más pequeño CUP para hacerse con la mayoría de 68 escaños en el parlamento catalán de 135 plazas. Y sin la mayoría, admiten los secesionistas, los esfuerzos por separarse de España sufrirán un revés de varios años.

Eso podría darle al CUP una posición de fuerza para dictar los términos de su acuerdo e imponer algunas de sus medidas de ultraizquierda en una región de gran tradición empresarial.

El CUP sólo tiene presencia en el nordeste de Cataluña. Su líder, David Fernàndez, viste camisetas deportivas con lemas radicales (de su armario con más de 200 remeras) mientras debate en las ornamentadas salas del Parlamento catalán.

Liderado por Fernàndez, de 41 años, el partido ha tenido éxito en la zona canalizando el mismo descontento contra las medidas de austeridad europeas que ha dado fuerzas a partidos de ultraizquierda europeos como Syriza en Grecia, que reducen el apoyo tradicional a los socialdemócratas. Los sondeos señalan que el CUP podría obtener hasta 10 escaños en el Parlamento regional, desde los tres que tiene ahora.

Los catalanes, afirmó en una entrevista con Associated Press, tienen que reclamar su soberanía como nación de un estado español que, insistió, tiene poco respeto por Cataluña y participa con entusiasmo en una economía capitalista global que considera «una máquina de guerra, es una máquina de robar, de matar y de mentir».

Fernàndez dijo inspirarse en movimientos como Syriza, el irlandés Sinn Fein, los separatistas en el País Vasco español y el Ejército Zapatista de Liberación Nacional en la región mexicana de Chiapas durante la década de 1990. Sin embargo, señaló, el CUP debe la mayor parte de su identidad a la propia historia catalana de trabajadores y movimientos de izquierdas, incluidos los radicales de la Cataluña de la década de 1930, cuando anarquistas, comunistas y sindicalistas formaron parte de los que lucharon en la Guerra Civil española (1936-1939) en el bando perdedor contra las fuerzas fascistas de Francisco Franco.

Tras ganarse una reputación como hábil rival en los debates parlamentarios, Fernàndez y la retórica radical del CUP han encontrado apoyos entre los catalanes proindependencia molestos por la renqueante economía y decididos en la creencia de que Cataluña no recibe de Madrid su parte proporcional por los impuestos que paga al estado.

Fernàndez ha sido de forma consistente el político mejor valorado en los sondeos sobre el gobierno regional desde que llegó a la cámara en 2012. Pero el gobierno central en Madrid señala a sus posiciones radicales como uno de los muchos motivos por el que los votantes deberían elegir a parlamentarios contrarios a la independencia.

Él rechazó las acusaciones de que Cataluña tendría problemas para convertirse en nación, y describió España como un estado fallido.

«Ya lo estamos pasando mal», afirmó. «El sector público, para recuperarlo hay que espantar, hay que desalojar al libre mercado de las pensiones, de la educación, de la sanidad y de la cultura… y el sector cooperativo social que entre, que combata la economía de casino del capitalismo y el financiero especulativo».

Los analistas señalan que las dificultades económicas son el principal motivo por el que el CUP y otros partidos similares en Europa han ganado fuerza. En España, las duras medidas de austeridad, un desempleo del 22% y sonados escándalos de corrupción que implican a políticos tanto en Cataluña como en el resto de España «han sido la tormenta perfecta, y la crisis ha ayudado mucho» al CUP, señaló Antonio Barroso, analista en Londres de la consultora de riesgo político Teneo Intelligence.

La abrumadora victoria de Corbyn en las primarias del Partido Laborista fue uno de los cambios de dirección más importantes de la política británica en varias décadas. Mientras tanto, el Partido Comunista de Portugal tiene el apoyo de hasta el 10% del electorado, y podría evitar que el Partido Socialista luso recupere el poder para la gobernante coalición de centro derecha en los comicios del 4 de octubre.

«La austeridad y la crisis económica han dado una ventana de oportunidad para que los movimientos extremos de izquierda aumenten su nivel de apoyo», dijo Barroso. «Pueden influir en el debate, pero la cuestión es su pueden influir en la toma de decisiones».

El CUP ha llegado a agradecer las advertencias sobre que una Cataluña independiente sería expulsada de la Unión Europea, un amenaza que según los sondeos haría que muchos catalanes se lo pensaran dos veces antes de optar por la independencia.

Para Fernàndez, una salida de la UE sería escapar de un grupo que cree está gobernado por capitalistas decididos a explotar a la clase trabajadora.

«Nosotros creemos que el dilema global de nuestros tiempos es si éste es el tiempo de los mercados o el tiempo de las personas», dijo Fernández. «No reconocemos ninguna autoridad de la troika, ¿qué autoridad democrática tiene la troika? Es el FMI, que no lo escoge nadie, el Banco Europeo, que no lo escoge nadie, y la Comisión Europea, que la escogen los estados, los banqueros con corbata».

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