El Senado italiano ha aprobado la ley de presupuestos para 2017 por 166 votos a favor, 70 en contra y una abstención. La aprobación de las cuentas públicas era la condición que había puesto el presidente de la República, Sergio Mattarella, al primer ministro, Matteo Renzi, para aceptarle su dimisión, anunciada la noche del pasado domingo tras su derrota en el referéndum sobre la reforma constitucional. Renzi optó entonces por aprobar la ley por el procedimiento de urgencia que consiste en someter al Gobierno a una cuestión de confianza en el Senado. Aunque con las protestas de la oposición, el Ejecutivo obtuvo la confianza, los presupuestos quedaron aprobados y, salvo cambios de última hora, Renzi subirá a las siete de la tarde al palacio del Quirinal para hacer oficial su renuncia ante el presidente de la República.
Antes, sobre las 17.30, el todavía primer ministro comparecerá ante la dirección nacional del Partido Democrático (PD), del que es secretario general, para informar de la situación. Una reunión que se prevé tensa por cuanto el sector crítico del partido de centroizquierda ha hecho campaña por el no a las reformas constitucionales que pretendía Renzi, y cuyos puntos principales eran la abolición del bicameralismo perfecto —reduciendo el Senado a una cámara de representación territorial— y la reducción de los costes de la política.
Una vez que Renzi presente su dimisión, el presidente Mattarella emprenderá una ronda de contactos con los líderes políticos para tratar de dar salida a una situación muy complicada. Al clima de ruptura total que ha dejado una campaña muy dura, se une la circunstancia de que la actual ley electoral —llamada Italicum y aprobada a instancias del Gobierno de Renzi— solo sirve para elegir la Cámara de Diputados, por cuanto se construyó pensando en que —tras la reforma—los senadores no fueran elegidos en las urnas. Una vez rechazada la reforma por el reférendum del pasado domingo, solo caben dos posibilidades. O rescatar la antigua ley electoral —llamada Porcellum (cerdada)— a pesar de que algunos artículos fueron declarados inconstitucionales, o bien elaborar una nueva ley electoral que plazca a todos los partidos bajo la batuta del nuevo primer ministro. Según distintas filtraciones periodísticas, esta última sería la opción que está barajando el presidente Mattarella. De ser así, harían falta varios meses de intenso trabajo hasta que los italianos pudieran, por fin, votar a un nuevo primer ministro.
