Inglaterra.- En medio del escándalo por presunta violación a menor de edad en que está envuelto en príncipe Andrés de Inglaterra, ha surgido el testimonio de una masajista que lo califica como el “cliente más aterrador” que ha tenido, pues siempre trataba de propasarse con ella.
Emma Gruenbaum, de 50 años, aseguró que atendió al duque de York durante varias sesiones en el transcurso de un verano, y que en cada una de ellas Andrés le hizo comentarios sexuales inapropiados e incómodos.
Dijo que el príncipe le preguntaba sobre su vida amorosa y trataba de abrazarla después de las sesiones, en el Royal Lodge, Windsor Great Park.
Gruenbaum decidió hablar después de que la defensa del Príncipe Andrés alegara que Virginia Giuffre, la mujer que lo acusa de obligarla a tener relaciones sexuales cuando era una menor de edad, estaría sufriendo de “recuerdos falsos”.
El duque se enfrenta a un juicio por jurado civil a finales en Nueva York después de que se presentó la demanda.
“No quiero callarme y no hablar sobre la forma en que fue conmigo cuando llama a Virginia delirante”, dijo Gruenbaum.
En su relato también cuenta que Andrés insistía en estar totalmente desnudo en las sesiones, aparte de usar sus propias toallas para cubrirse, y que exigía que los masajes de cuerpo completo se realizaran en su habitación privada, pese a las objeciones de la masajista.
Las insinuaciones fueron inmediatas relató Gruenbaum, pues apenas pasados unos minutos de su primera sesión el príncipe ya le estaba preguntando sobre su vida sexual.
Gruenbaum era masajista deportiva en Surrey cuando comenzó a tratar a la ex esposa del duque, Sarah Ferguson, en 2005.
La fisioterapeuta afirmó que no fue investigada por el Palacio de Buckingham, que ella supiera, y que tuvo seis sesiones con el príncipe Andrés ese verano.
Tenía varios clientes de alto perfil, pero dijo que el duque era “muy diferente” desde el principio.
Gruenbaum dijo que el secretario del duque la llamó e invitó a la Logia un domingo por la tarde, lo cual era “inusual”. Afirmó que llegó a la sesión alrededor de las 6:00 de la tarde, pero que en lugar de usar su propia mesa, le dijeron que debía usar una de las de Andrés.
Después que un miembro del personal la condujera a un dormitorio principal, la mujer manifestó que “no estaba realmente cómoda” y se quejó de que la mesa era demasiado alta, lo que implicaba tener que “masajear al nivel de los senos”.
La respuesta fue que “no hiciera un escándalo” antes de escuchar a Andrés decir detrás de ella: “Oye, buen trasero. ¿Te lo dejas meter por el culo?”.
Para cada una de las sesiones que tuvieron, la oficina de Andrés envió cheques a la dirección de la casa de Gruenbaum.
Las visitas fueron casi semanales durante dos meses y luego dejó de recibir llamadas de su personal para programar citas.
“Cada vez que lo veía, intentaba pasarse de la raya”, dijo. “Sus avances no estaban funcionando y creo que se le acabó la paciencia”.
Fuente: Infobae
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