El presidente de Ecuador, Guillermo Lasso, decretó el estado de excepción- por 60 días – tras el asesinato del candidato presidencial Fernando Villavicencio.
El crimen, que conmocionó al país vecino y al continente, porque recuerda entre otros la violencia de Colombia en la década de los 80´s, se lo atribuyó una red delictiva que se hace llamar como ‘Los Lobos’.
El control de los laboratorios y la cocaína que se procesa en Nariño y Putumayo – frontera con Ecuador – hasta el 2021 estuvo bajo el dominio de las disidencias, en su momento del frente ‘Oliver Sinisterra’.
El frente ‘Oliver Sinisterra’, estuvo al mando de un exfarc que se alejó del proceso de paz, se trata de Walter Patricio Arizala Vernaza, alias Guacho, ecuatoriano, que nació en Limones, Esmeralda.
Este grupo, junto a otras tres redes, mantuvo el control en la frontera y se encargaban del paso de la cocaína que se procesa en Colombia hacia Ecuador, especialmente a Esmeraldas, un puerto (con salida al Pacífico), que se convirtió en plataforma para acopiar el estupefaciente y enviarlo a Centroamérica, a carteles mexicanos.
Esa hegemonía de los capos colombianos en Ecuador se rompió durante la pandemia, desde 2021, cuando en Ecuador varios grupos delictivos se consolidaron y se unificaron en dos estructuras, que a sangre y fuego tomaron el control del narcotráfico en su territorio.
Nacimiento de Los Choneros
En esa línea nacieron ‘Los Choneros’ y ‘Los Lobos’, que agrupan a unos 22.000 delincuentes, que se subdividen en varias estructuras pero que además, libran una confrontación interna por el control de la cocaína.
‘Los Choneros’, la red más grande, con unos 15.000 integrantes, delinque para el cartel de ‘Sinaloa’, y cuentan con subestructuras – otras redes criminales – que se conocen como ‘Las Águilas’, ‘Los Gángsters’ y los ‘R-7’.
Pero, pese a que los ecuatorianos buscan hoy, mantener el control de su territorio, no se puede negar sus nexos con los grupos delictivos colombianos, de hecho, a Medellín llegó – huyendo de las autoridades – Junior Roldán, alias JR, uno de los narcotraficantes más buscados en Ecuador, con nexos con el cartel mexicano de Sinaloa, y segundo al mando de la red criminal de ‘los Choneros’.
Lo paradójico del tema, es que Junior Roldan terminó asesinado en cercanias a Medellín, por el escolta que le pusieron – un grupo delictivo al que le pagó por protección – . «Nosotros manejamos la hipótesis (con base en testimonios) de que el escolta lo mató en medio de un robo de oportunidad. ‘JR’ viajó a Colombia en un carro de alta gama en el que encaletó millones de dólares en efectivo y el hombre encargado de su seguridad se dio cuenta y lo mató”, aseguró en su momento a EL TIEMPO, un oficial de la Policía sobre el tema.
La otra red, la de ‘Los Lobos’, la que se atribuyó el asesinato de Villavicencio, son aliados a ‘Jalisco Nueva Generación’ y cuentan con los llamados ‘Lagartos’, Ñetas’ y los ‘Choner Killer’, por mencionar algunos, con cerca de 7.000 integrantes.
?Los Choneros’ y ‘Los Lobos’, han crecido bajo el poder del narcotráfico y de alianzas con carteles de Brasil; a lo que se suma su poder armado, los carteles mexicanos pagan la coca con fusiles de asalto.
‘Elvi’, narco colombiano en medio de la guerra por coca en Ecuador
Los departamentos de Nariño (56.516 hectáres) y Putumayo (28.205) concentran el 42 por ciento de los cultivos con matas de coca en Colombia, de acuerdo con el Sistema Integrado de Monitoreo de Cultivos Ilíctos (Simci) de Naciones Unidas en 2021.
Y estos departamentos, frontera con Ecuador, se han convertido en centro de acopio de gran parte de la cocaína (unas 500 toneladas métricas) que se produce en Colombia.
En esa línea, se conoce el accionar delictivo de Elvi Rolando Zuñiga Girón, alias Elvi, a quien las autoridades del país vecino señalan como «uno de los cabecillas del grupo delincuencial organizado, ‘los Tiguerones’.
‘Elvi’, de 30 años, nació en Tumaco (Nariño), y sería el enlace de las disidencias que se hacen llamar ‘Urías Rendón’, con los grupos criminales de ‘Los Tigerones’, de la línea de ‘Los Choneros’.
Las autoridades de Colombia y ecuador – Ejército y Policía – trabajan mancomunadamente por cerrarle el paso al narcotráfico, pero el poder de las armas y el precio del kilo de cocaína, parte de los 25 mil dólares y dependiendo del lugar puede llegar a los 75 mil, son dos ítems que hacen que el tema de la lucha contra el narcotráfico se convierta en una bicicleta estática para las democracias.
