El presidente Barack Obama se dirige este miércoles a la Cumbre sobre el extremismo violento organizada por la Casa Blanca en medio de una deteriorada situación en la lucha contra el grupo Estado islámico y su petición al Congreso de aprobar sus planes militares para derrotarlo.
El discurso del presidente, programado para las 4:00 p.m., seguirá a un discurso de apertura del segundo día de la cumbre, por el secretario de Seguridad Nacional, Jeh Johnson, presentaciones de “programas piloto” por parte de líderes de comunidades locales y paneles que examinarán la relación entre el extremismo y el culto, el género, y sobre todo el uso del internet como arma de propaganda y para contrarrestar el extremismo.
El énfasis que se espera de Obama es el de la necesidad de combatir la atracción que ejercen las ideologías extremistas sobre los jóvenes sofisticados, modernos, pero a veces desilusionados y que los pueden llevar hasta el límite de prestarse a ser parte de decapitaciones, ejecuciones o de disparar contra sinagogas como se ha visto en la semanas recientes en París, Copenhague, en Libia o en Siria.
El martes, durante la apertura del evento, el vicepresidente Joe Biden, remarcó esa misma idea, de que la lucha contra el extremismo debe ir más allá del mero uso de la fuerza militar.
“Las sociedades deben proveer una alternativa afirmativa para las comunidades inmigrantes, una sensación de oportunidad, una sensación de pertenencia y eso desacredita los llamamientos terroristas al miedo, el aislamiento, el odio, el resentimiento … todo con un propósito en mente, como es el de contrarrestar el llamado a la radicalización”, señaló el vicepresidente.
Durante la cumbre de tres días de duración en la que participan representantes de unos 60 países, Obama pretende resaltar los modelos locales para prevenir la radicalización, que pueden ser replicados en otras comunidades.
Aunque la Casa Blanca se ha esforzado por evitar menciones directas a la campaña contra el extremismo islámico, la reunión es además un medio más para acercar a otras naciones árabes o musulmanes en la lucha por expulsar a los grupos militantes que pretenden imponer interpretaciones rígidas del Islam en lugares como Yemen, Nigeria o Irak.
La reunión se lleva a cabo en el Departamento de Estado de la capital estadounidense.
