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Hillary Clinton no cree en las encuestas

Hillary Clinton no cree en las encuestas
Hillary Clinton no cree en las encuestas

Las encuestas aseguran que ya es Presidente de los Estados Unidos, pero Hillary Clinton conoce las reglas básicas del poder y prefiere evitar los gestos victoriosos hasta la madrugada del próximo 9 de noviembre. Ese día, si se confirman los sondeos secretos que tiene la Casa Blanca, se habrá consumado un hecho histórico en este país: un presidente afroamericano, Barack Obama, cederá el Salón Oval a una mujer del establishment americano, Hillary Clinton.

Donald Trump, en cambio, boxea contra sus propios demonios. No sólo debe matizar sus oscuras miserias personales -violencia de género y evasión fiscal-, sino que además su directora de campaña, Kellyanne Conway, ha reconocido la ventaja de Clinton. «Vamos por detrás», dijo ayer Conway en el programa Meet the Press.

Sin embargo, a 15 días de los comicios, la situación aún aparece confusa. Trump todavía no ha declarado que aceptará los resultados de las elecciones presidenciales, y su resistencia a un simple comentario formal causa innumerables especulaciones y pone al sistema político americano en un punto de quiebre. En Washington, por ejemplo, el temor es que Trump estire una apelación judicial hasta un día antes de la asunción de Clinton, si el candidato republicano insiste con su propensión a desafiar al establishment y sus reglas de juego.

Además, para añadir una cuota más de incertidumbre, la información reservada que manejan Obama y el Comité Demócrata es que los votantes de Trump ya no dicen que lo votarán por el repudio social que reciben en sus círculos familiares, sociales y laborales. Ese rechazo surgió cuando The Washington Post publicó un video que exhibía la verdadera personalidad patriarcal y misógina de Trump.

Donald Trump y Hillary Clinton, en acción durante el último debate (Reuters)

Donald Trump y Hillary Clinton, en acción durante el último debate (Reuters)

Pero que los votantes de Trump digan a los encuestadores que no lo votarán, no implica que no lo hagan en los comicios del próximo 8 de noviembre. Ese voto republicano se esconde para evitar la crítica pública o el señalamiento social. Y este dato puntual de la sociología política no aparece reflejado en los sondeos de opinión.

La campaña electoral, entonces, tiene una dinámica inédita en la historia política de los Estados Unidos. Mientras Obama apoya a Clinton, ningún expresidente republicano aparece en un spot de Trump. Y los principales diarios americanos –New York Times, Los Ángeles Times, Washington Post, Wall Street Journal, por citar medios icónicos–, han dejado su proverbial equilibrio para combatir al candidato republicano.

Y esa dinámica, apalancada sobre los inesperados resultados del Brexit y el referéndum en Colombia, consolidan la cautela de Clinton y alientan laesperanza de Trump. Hillary sabe que no seduce y que los medios han sido condescendientes con su affaire de los mails, mientras que Trump intenta presentar su campaña como una batalla heroica contra el establishment americano.

JFK fue presidente por unos votos que su padre Joe consiguió con sus amigos de Chicago. George W. Bush llegó a la Casa Blanca, pese a que Al Gore ganó la elección presidencial. Estaba cantado que Obama iba a perder las primarias demócratas frente a Hillary, y era imposible que Bill Clinton derrotara a George H. W. Bush, tras vencer a Saddam Hussein en la Primera Guerra del Golfo.

Es lógico que la candidata Clinton sea cautelosa. Trump tiene escasos límites y nada para perder. No es ocioso recordar que Richard Nixon llegó a la Casa Blanca después de los asesinatos de John y Bobby Kennedy. Dos acontecimientos trágicos que cambiaron la historia para siempre.

Desde: INFOBAE

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