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Descendientes de mafioso exigen compensación a Cuba

Familiares descendientes del fallecido gángster, Meyer Lansky, mano derecha del mafioso siciliano Lucky Luciano, reclaman a Cuba una indemnización por la pérdida del hotel Riviera de La Habana, uno de los tantos negocios sucios nacidos de la mafia y la droga.

Lansky, nacido en 1902 dentro de una familia judía en la actual Bielorrusia, era uno de los hombres más influyentes de la?isla cuando en 1956 fundó La Compañía Hotelera Riviera de Cuba. El plan era construir el hotel-casino más despampanante de América para seguir haciendo caja con uno de los negocios que el tándem Luciano-Lansky venía explotando desde hacía largos años en Florida, Las Vegas y ahora, la mayor de las Antillas: el juego, actividad que en la Cuba de Batista era legal y, junto a un Estado corrupto, servía como plataforma idónea para lavar el dinero procedente de la prostitución y el tráfico de drogas.

El Riviera y su casino, inaugurados en diciembre de 1957 a todo tren y con una actuación de Ginger Rogers, cumplían con creces el objetivo propuesto y otro más personal para el cerebro financiero de la Mafia: sacarse la espina del fiasco en que los retrasos y sobrecostes habían convertido la construcción del lujoso Flamingo Hotel de Las Vegas, a cargo del pistolero Benjamin Bugsy Siegel, amigo y socio de Lansky.

Las dilaciones y la multiplicación del presupuesto, que pasó de uno a seis millones de dólares, habían sido uno de los temas estrella de la histórica reunión de capos mafiosos celebrada en diciembre de 1946 en el hotel Nacional de La Habana. Aunque Lansky trató de interceder por su colega, se supone que al final los jefes acordaron dar “la orden” contra Siegel, aunque hay otras teorías. El caso es que el hampón apareció muerto a balazos seis meses después de la cumbre de La Habana.

Casi setenta años más tarde, ni el sórdido contexto de la construcción del Riviera ni el currículum de su abuelo frenan al nieto de Lansky. El mismo día del inicio del diálogo sobre mutuas compensaciones entre Cuba y Estados Unidos, Rapoport acudió a The Tampa Tribune a explicar las razones por las que, de momento a través de un abogado de Miami y de “un individuo bien relacionado con el Gobierno cubano”, ha decidido dar la batalla para recuperar lo que su abuelo invirtió y no vio revertir en el hotel y su casino. La edificación le costó unos 8 millones. Y aunque en el año que estuvo funcionando le reportó pingües beneficios, la expropiación dejó a Lansky a verlas venir: “Le faltaron unos seis meses” para recobrarse, dijo Rapoport al diario. “El hotel le fue expropiado por la fuerza. Cuba debe dinero a mi familia”, añadió.

La demanda, entre utópica y excéntrica a efectos de plantearla a La Habana, llega tarde a la Comisión de Resolución de Reclamaciones Extranjeras de EE.UU., que es la que lleva las peticiones de compensación por expropiaciones en Cuba. Este órgano recogió solicitudes hasta 1972 y de 2005 a 2006. Y ahora “no está autorizado a aceptar reclamaciones adicionales”, informa. “Nunca presentamos una reclamación ante el Gobierno porque no creíamos que se fuera a abrir la puerta para negociar. Ahora se ha abierto”, alega Rapoport. Pero de momento lo tiene crudo para entrar en ella.

Representantes de los dos gobiernos se reunieron el 8 de diciembre para, por primera vez, negociar. Las leyes del bloqueo estadounidense condicionan su levantamiento a un pacto sobre los bienes que por importe de 8.000 millones de dólares unas 6.000 personas y empresas de Estados Unidos reclaman por las expropiaciones. Después del triunfo revolucionario en 1959, el joven gobierno encabezado por Fidel Castro hizo ofertas de compensaciones a las empresas del vecino país y no fueron aceptadas por sus dueños, otros empresarios nacionales y europeos se sentaron a negociar. Algunos tribunales estadounidenses han ratificado la legalidad de las nacionalizaciones.

(Tomado de La Vanguardia)

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