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Marilyn Monroe, la rubia que murió para convertirse en mito

Marilyn Monroe, la rubia que murió para convertirse en mito
Marilyn Monroe, la rubia que murió para convertirse en mito

A 54 años de su fallecimiento, Marilyn Monroe continúa atrayendo con su particular embrujo a cientos de millones de personas en todo el mundo, aún aquellas que ni siquiera habían nacido al momento de su trágica muerte, por una sobredosis de barbitúricos, según la versión oficial, el 5 de agosto de 1962.

Desde su prematura desaparición, se convirtió en un glamoroso icono mediático, que ha dejado de lado la verdadera historia de una niña con una infancia durísima, que se hizo a sí misma, consiguió sobrevivir y convertirse en una actriz del Hollywood dorado. A una vida marcada por una constante inestabilidad emocional y una dependencia peligrosa a los barbitúricos, se unió una muerte a los 36 años que aún no se ha esclarecido del todo.

Norma Jeane Mortenson, que así era su verdadero nombre, nació el 1 de junio de 1926 en Los Ángeles, California. Sus padres, Edward Mortenson y Gladys Pearl Baker, acababan de separarse cuando su madre supo que estaba embarazada. Ya desde su nacimiento, la pequeña Norma fue dando tumbos entre distintos hogares, cuidada por tutores, instituciones sociales o amigos que se hicieron cargo de ella cuando su madre, aquejada de problemas psiquiátricos, no pudo hacerse cargo de ella. No siempre fue cuidada como una niña necesitada de cariño y amor. A los 16 años, cuando los tutores con los que vivía tuvieron que mudarse, debía entrar en un orfanato y para evitarlo decidió casarse.

Un año después, cuando Estados Unidos entró en la Segunda Guerra Mundial, su marido, James Dougherty, se enroló en la marina. Norma se trasladó a vivir con su suegra y empezó a trabajar en una fábrica de municiones. En aquellos tiempos un fotógrafo descubrió la belleza de la joven y la introdujo en el mundo de las modelos, algo que a su marido no le gustó nada. Al regresar de la guerra, no consentiría que su esposa viviera su propia vida como modelo, pero ella no aceptó las prohibiciones y en 1946 pidió el divorcio.

Nace el mito Marilyn

Su carrera cinematográfica empezó con un contrato de seis meses con la Twenty Century Fox para aparecer como extra. Ya entonces empezó a llamarse Marlilyn Monroe. Tras un breve paso por la Columbia Pictures, volvió a la Fox, donde firmó un nuevo contrato por seis años. Empezaba entonces una carrera artística con altibajos, con apariciones en filmes que pasaron sin pena ni gloria y compartiendo cartel con nombres como los Hermanos Marx y Bette Davis.

1953 fue un año importante. Además de aparecer en la primera portada de la revista Playboy, protagonizó una película que se convertiría en un clásico del género musical, “Los caballeros las prefieren rubias”, estelarizando con Jane Russell. Un año después se casaba por segunda vez, en esta ocasión con el jugador de béisbol Joe DiMaggio. Su matrimonio duró escasos meses.

A su frustración en lo sentimental, se unió su deseo de mostrar a la industria cinematográfica que era algo más que una cara bonita. Pero a pesar de haber ingresado en la prestigiosa academia Actors Studio e intentar conseguir papeles más profundos no condicionados con su físico, los directores y productores siguieron apostando por la rentabilidad que producía su imagen sexy.
Puede que buscando ese lado más intelectual, se casó en 1956 con el dramaturgo Arthur Miller, cuyo mundo no encajó con la hermosa actriz, de la cual se separó en 1961. Aún casada con Miller, hizo otro intento por reconducir su carrera creando su propia productora, con la que filmó “El príncipe y la corista”, con Laurence Olivier como protagonista masculino.

En los años siguientes, a pesar de protagonizar películas tan míticas como “Una Eva y dos Adanes”, de Billy Wilder, con Jack Lemmon y Tony Curtis, los rodajes con ella se convirtieron en una pesadilla para directores y actores. Llegaba tarde, muchas veces bajo los efectos de pastillas o de alcohol.

¿Suicidio o asesinato?

El 5 de agosto de 1962, su ama de llaves encontraba el cuerpo sin vida de Marilyn. Tenía apenas treinta y seis años y no era la primera vez que tomaba barbitúricos para poder dormir. Aun así, los informes policiales fueron algo confusos, lo que provocó las sospechas de que, más que suicidarse, había sido asesinada. El hecho de que en los últimos tiempos corrieron los rumores de romance entre la actriz y Robert Kennedy e incluso con su hermano, el presidente de los Estados Unidos John Fitzgerald Kennedy, hicieron sobrevolar sobre su muerte oscuros indicios de asesinato.

Lo único cierto es que Marilyn Monroe murió joven, hermosa y con una gran fama en el Hollywood de mediados del siglo XX. Su imagen, eternamente joven, se convertiría con el tiempo en un icono de aquel tiempo de esplendor y su rostro fue, y aún es, un rentable gancho publicitario.

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