Todo ocurrió en 2011 en el Madison Square Garden, en un momento del concierto, el músico Prince, invitó a bailar a Kim Kardahian, pero ésta no accedió a su pedido.
Prince miro justo debajo del escenario y elige a una exuberante mujer que probablemente él no conocía. Kim Kardashian, que ya en 2011 era bastante famosa después de participar en el reality show que la lanzó, Keeping up with the Kardashians, sube al escenario, acompañada de una mujer, miembro de la banda del músico. Vestido ajustadísimo y tacones de aguja. El objetivo, claro, es que la invitada baile un poco con la estrella. Algo divertido, sin más. Pero pasa algo. Prince se agita en un baile rítmico para animar a Kim, pero está se queda como una piedra. Hasta que el cantante se cansa y le dice, micrófono en mano, para que lo oiga todo el pabellón: «Largo de mi escenario». Cuando está bajando, el músico comenta, con ironía: «Bienvenidos a América».
Después de la decepcionante experiencia, Prince opta por bailar con la chica de su banda. Y todo vuelve a su sitio: la verdadera estrella sobre el escenario, y las que no lo son, en el foso. Ni siquiera la disculpa de Kardashian después del concierto en Twitter altera esta realidad: «Estaba nerviosísima. Me quedé helada cuando Prince me tocó».
