Después de un servicio religioso que cerró diez días de condolencias por su fallecimiento, la reina Isabel II ya descansa en la capilla de San Jorge, donde fue enterrada junto a su marido, el duque de Edimburgo, en una ceremonia privada a la que solo asistieron los miembros más cercanos de la familia real británica.
Fue la última despedida de Isabel II, que viajó en coche fúnebre desde Londres, antes de recibir el cariño de su gente en las calles de Windsor y de entrar en la capilla de San Jorge, lugar de reposo de los grandes monarcas británicos.
El féretro de la reina entró en la localidad de Windsor, situada al oeste de Londres. Algo más de una hora tardó el coche fúnebre en recorrer los 35 kilómetros que separan el arco de Wellington del castillo de Windsor; donde la gente pudo darle una despedida final.
Con una fuerte escolta y con la presencia de miles y miles de personas en las calles del pueblo, el féretro con la reina Isabel II entró en la que ha sido su residencia más habitual y desde ahí se dirigió a la Capilla de San Jorge, situada a apenas unos metros del castillo, donde se realizó un pequeño servicio, como quedó acordado con la monarca antes de su muerte.
Una vez el féretro se colocó en el altar, los miembros de la familia real tomaron su sitio. El primero, el rey Carlos III, ovacionado a su llegada a Windsor y acompañado por sus hermanos y por sus hijos.
Unos 800 invitados en la capilla para funeral de Isabel II
En total, unos 800 invitados se dieron cita en la capilla, entre ellos, el rey de España, Felipe VI, y su madre, Sofía. No estuvo la reina Letizia, que tenía que tomar un vuelo a Nueva York, ni tampoco el emérito Juan Carlos, que declinó la invitación. Otros líderes mundiales, tampoco estuvieron presentes en este segundo servicio, y partieron rumbo a Nueva York para la Asamblea de las Naciones Unidas.
La ceremonia estuvo dirigida por el deán de Windsor, David Conner, que leyó versos del libro del Apocalipsis; como ocurrió en los funerales de los abuelos de la reina, el rey Jorge V y la reina María; y en el de su padre, el rey Jorge VI.
Conner también fue el encargado de uno de los momentos más delicados del oficio, cuando tuvo que despojar a la reina de sus joyas. El deán quitó de lo alto del féretro la corona imperial, el orbe real y el cetro de oro; que han acompañado a la reina durante la capilla ardiente en Westminster Hall y durante el funeral. Estos, una vez finalizado el oficio, volverán a su emplazamiento habitual en la Torre de Londres.
El féretro fue bajado a la cripta, después de que el rey Carlos III colocara una bandera militar de la reina sobre él y el lord chambelán (el cargo de mayor rango en la residencia de la reina), Andrew Parker, rompiese simbólicamente el bastón de mando.
Finalmente se entonó el «God Save the King» (Dios Salve al Rey), el nuevo himno nacional que sustituye al «God Save the Queen» (Dios Salve a la Reina).
En una ceremonia íntima de la que el Palacio de Buckingham no desveló detalles, la reina Isabel II fue enterrada en la cámara real; al lado de su marido, el príncipe Felipe, que fue sepultado aquí en abril de 2021.
Fuente: EFE