Estilos de vida

La ansiedad se convierte en la amenaza invisible durante la cuarentena

Luis Monroy es profesor de Economía en el City College de Nueva York y vive desde hace un año en Harlem, uno de los barrios más afectados por la covid-19 desde que la ciudad se convirtió en el epicentro de la pandemia en Estados Unidos. Cuando Luis vio que las cifras de muertes aumentaban tan deprisa, decidió regresar a México para estar con su familia.

“La cantidad de información negativa que recibimos nos detona mayor ansiedad. Los conteos diarios de víctimas en todo el mundo, el estado de alerta permanente, toda la información que te llega a través de redes sociales y la televisión te afecta y te hace pensar en que te puedes contagiar”, dice Monroy, quien desde hace tiempo tiene ansiedad y depresión.

Aunque la ansiedad es un mecanismo que todos tenemos para responder a situaciones nuevas, el estrés de estar encerrados y el desconocimiento sobre la enfermedad han provocado en la población un mayor malestar. “Con el tiempo se empiezan a agotar los recursos psicológicos que tenemos para responder a la ansiedad y vienen los procesos patológicos”, explica a Verne el psiquiatra José Ibarreche.

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, más de 264 millones de personas en el mundo viven con este trastorno y en México, 15% de la población tiene un trastorno de ansiedad, según la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Durante la pandemia por el nuevo coronavirus, el organismo ha llamado a la población a cuidar de su salud mental durante el confinamiento. De acuerdo con un estudio de la Asociación Estadounidense de Psicología (APA, por sus siglas en inglés), los tres problemas más frecuentes en el confinamiento son la ansiedad, el estrés y la depresión.

La incertidumbre, el miedo a lo desconocido y la amenaza del virus han provocado un aumento de los problemas de ansiedad en México, de acuerdo al doctor Ibarreche. “Ha habido una subida, sobre todo, me llama la atención el aumento de padecimientos o de solicitudes de atención por depresión y ansiedad del personal de salud que trabaja con covid-19”, destaca el doctor que trabaja en un hospital de la Ciudad de México.

A pesar de estar previamente diagnosticada con trastorno de estrés por ansiedad, Alejandra Rangel, de 45 años, no estaba preocupada por la pandemia por el nuevo coronavirus. Pero pronto eso cambió. “Conforme pasaron los días, empecé a sentir una angustia terrible”, cuenta la gestora cultural desde el Estado de Morelos. “Se empezaron a cancelar todos mis proyectos y aunque tenía la alacena llena, solo podía pensar que se iba a acabar la comida”, relata tras 43 días de cuarentena sola en su casa.

Derivado de esta angustia, Rangel tuvo un cambio en sus hábitos alimenticios. “Antes que comer, prefería tomarme un café, una chela [cerveza] o un cigarro, con eso sentía que ‘me calmaba’”, comenta. De acuerdo con un estudio de la Facultad de Psicología de la UNAM, el abuso de sustancias adictivas como el alcohol y la cafeína es frecuente durante los periodos de aislamiento derivadas de la contingencia sanitaria. “Incluso las personas que no tenían problemas de consumo de sustancias antes de que comenzara la pandemia pueden desarrollar problemas al vivir solos en casa con alcohol a la mano”, detalla el documento.

En el último mes las llamadas a la línea de apoyo psicológico del Consejo Ciudadano para la Seguridad y Justicia de la Ciudad de México subieron 40%. “La mayoría de personas que llamaron expresaron su miedo al contagio”, dice Salvador Guerrero, presidente de la organización. Tal fue el caso de Leticia Porras, una estudiante de posgrado de 31 años. “Al principio [de la contingencia] salí una o dos veces al supermercado, pero al llegar a casa me sentía muy mal, tenía la sensación de que el virus estaba en mi casa y que me podría haber contagiado”, dice la estudiante, quien lleva ya 47 días sin salir de casa. “Me tomaba la temperatura varias veces en un día”, comenta.

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