Estilos de vida

Efectos colaterales del “quédate en casa”: la obsesión por la balanza y los kilos ganados en cuarentena

Entre las cuestiones que el aislamiento social, preventivo y obligatorio puso en jaque se encuentra la alimentación

Que el aislamiento social, preventivo y obligatorio puso de cabeza la realidad de todos a nivel mundial no es novedad. La escuela se trasladó a las hogares, al igual que el trabajo en muchos casos. A la calle se sale con tapabocas, y las salidas deben ser minimizarse lo más posible y realizar aquellas que sólo sean imprescindibles.

En este contexto, con las familias en sus casas las 24 horas del día, los siete días de la semana, la alimentación se volvió protagonista: están todos en la mesa para las cuatro comidas (que no siempre se hacen en los horarios “normales”), por aburrimiento -o para pasar el rato- se cocina más, y con la extensión de la cuarentena, muchos advirtieron con preocupación cómo la ropa comenzaba a quedar más justa y la balanza a acusar recibo de los “desarreglos”.

Pero, ¿es la cuarentena el momento para empezar una dieta? ¿Se come por hambre real o por ansiedad? ¿Es posible encontrar un punto medio entre comer sano y darse gustitos?

Creo que hay que poner el foco en que alimentarse bien no tiene que decir ‘estar a dieta’, correrse un poco del enfoque de hacer dieta y elegir alimentos correctos para cada uno y en ese caso, el momento que estamos viviendo es una situación que tal vez amerita prestar más atención a qué es lo que ingerimos para nutrirnos correctamente y poder darle a nuestras células los nutrientes necesarios para estar fuertes y tener un sistema inmune que nos acompañe”. Para María Cecilia Ponce (MN 3362), más que pensar en adelgazar o no adelgazar, el contexto invita a “reforzar la alimentación con vitamina C, vitamina D, evitar alimentos que causan inflamación crónica, ya que elegir la mejor alimentación va a hacer que las personas se sientan bien, tengan menos ansiedad y menos inflamación que repercute negativamente en todo el organismo”.

Según la licenciada en Nutrición Laura Romano (MN 5992), “la cuarentena no es el momento para ponerse a dieta porque las dietas tal y como se conocen son restrictivas, son prohibitivas y la restricción genera más ansiedad y más deseo”. “Es importante empezar un cambio de hábitos que tenga que ver con comer sano, medido, controlado pero también poder darse los gustos porque si nos ponemos muy restrictivos y nos vamos al extremo eso termina generando mucha más ansiedad que afectaría negativamente en lugar de favorecer al descenso de peso -consideró la especialista-. Las dietas en general se sostienen un tiempo y al poco tiempo se abandonan, y el rebote en el peso será más grande cuanta más ansiedad se haya acumulado durante la dieta”.

En ese sentido, para la licenciada en Nutrición Ana Chezzi (MN 2245), “el momento para empezar a cuidarse es el momento en que uno está disconforme con lo que ve en el espejo, más allá de la cuarentena, de lo que se trata es de empezar a comer saludable para que el cuerpo esté mejor”.

“La forma de lidiar con los kilos de más en esta cuarentena sin enloquecer es comer más sano, darse gustos de vez en cuando y entrenar. Hay rutinas dadas por profesores al alcance de todos, con propuestas según las necesidades”, destacó la especialista, para quien “lo ideal es comer lo más sano, con algún desvarío y entrenar para no tener que restringirse tanto porque también es verdad que en este tiempo el gasto calórico disminuyó un montón”.

Sobre gustitos y gratificaciones

También tenemos que pensar que estamos en un estado mucho más sedentario que el habitual en el que no hay mucho gasto energético y no nos podemos dar muchos más gustos de los que nos gustaría -continuó Ponce-. Si bien es difícil encontrar ese equilibrio entre gratificarnos y nutrirnos correctamente creo que tenemos que aprovechar esta situación en la que no hay mucha vida social para elegir los alimentos más correctos, para no estar tentados y aportar en lo cotidiano frutas y verduras frescas en las dos comidas, proteínas y grasas de buena calidad, abundante líquido y tratar de evitar los alimentos industrializados, ultra procesados, con azúcares y aditivos que van a generar más ansiedad, que no nos nutren y al mismo tiempo promueven un estado inflamatorio que va a ser negativo para la salud”.

Para ella, “si bien las gratificaciones hoy en día son acotadas porque no se puede estar con la familia, con los amigos, haciendo deporte o los hobbies que promuevan gratificación, se debe evitar compensar eso con recompensas alimenticias”. “Podemos darnos gustos obviamente, tener momentos en los que el placer de la comida sea satisfactorio y sea medido, pero propongo sacarse el concepto ‘dieta’ sino pensar en una alimentación correcta para cada momento y quizá este sea momento de hacer foco en la calidad de alimentos que ingerimos y no restringirse en cantidades”.

Romano, que en su cuenta de Instagram @integralnutricion comparte tips y recetas para comer sano, destacó: “Lo importante es tener en cuenta que esta situación no es parte de nuestro hábito, entonces si aumentamos de peso porque estamos todo el día en casa, tenemos más tiempo para comer, estamos más ansiosos, nos movemos menos, debemos saber que es algo que ojalá sea pasajero y en un tiempo vuelva a la normalidad y cuando los hábitos vuelvan a ser los de antes y volvamos a estar más activos y tengamos más tiempo fuera de casa seguramente se acomodará”.

“Por el contrario, mucha gente logró bajar de peso en la cuarentena porque está cocinando y comiendo más sano, más ordenado y eso también hay que tenerlo en cuenta -señaló Romano-. Me parece que también es interesante saber que se puede comer más sano, más casero y sobre todo aprovechar para generar hábitos de horarios y no saltarte ninguna comida, que cuando uno está en la vorágine laboral es más difícil”.

Para el momento de los “permitidos”, ella usa una regla que permite comer sano y darse los gustos, que es “la regla del 80/20”. “Me propongo comer sano, medido y controlado la mayor parte del tiempo, pero no todo el tiempo porque sabemos que es insostenible; entonces ese 20% nos permite más flexibilidad, disfrutar de esas comidas que comemos únicamente por placer y por gusto, que sabemos que nutricionalmente no están bien pero que tienen que ver con la vida social, que aunque ahora no sea social generalmente pasa que el fin de semana tenemos ganas de comer algo diferente, darnos un gusto”, comenzó a explicar. Y continuó: “Yo le digo el merecido 20%, que si lo calculamos en cantidad de comidas, y tenemos en cuenta que la semana tiene 28 comidas (desayuno, almuerzo, merienda y cena por siete días) el 20% son cinco comidas, lo cual es un montón y son momentos que podemos aprovechar para disfrutar un poco más comiendo algo rico, comiendo un postre, una comida que no sea tan sana pero que nos gusta y de esa manera podemos lograr un equilibrio que siempre va a ir a favor de lo saludable”.

Pesarse, ¿sí o no?

“No creo que sea buena idea pesarse todos los días”, opinó Ponce, para quien “también estar sedentarios lleva a tener más retención de líquidos y ese edema puede jugar en contra emocionalmente al momento de subir a la balanza”. En cambio, para ella “es necesario evaluar cómo se siente cada uno día a día, cómo se encuentra a nivel emocional, cuánta energía tiene y en base a eso replantearse cómo se está comiendo”.

Romano recomendó que quien no tiene balanza “no se compre”. Para ella, “hay muchas cosas que nos permiten identificar si se aumentó de peso”. “Hay gente que tiene balanza y tiene el hábito de pesarse, de todos modos yo siempre recomiendo que no lo hagan muy seguido porque puede ser contraproducente si, por ejemplo, uno se pesa teniendo la idea de que había bajado y aumentó, puede ser frustrante y la persona termina restringiéndose y la restricción genera más ansiedad -dijo-. Y al fin y al cabo eso puede ser contraproducente y puede llevar a pensar que todo el esfuerzo no sirve para nada y la persona se deja de cuidar”.

En reemplazo de la balanza, “sacarse una foto con un pantalón que quede apretado es una manera de darse cuenta cómo el cuerpo se modifica, porque si tal vez alguien empezó a ejercitar y tiene más masa muscular eso en la balanza no se va a notar pero en la ropa sí”.

En el mismo sentido opinó Chezzi, para quien “lo ideal más que pesarse es medirse porque el peso no habla de qué está compuesto ese peso: no dice si es grasa o es músculo, entonces si se ve que bajaron las medidas es porque se está perdiendo grasa; es un parámetro más fácil y más práctico”.

“Si la idea es no engordar yo creo en el control, en tener una foto de la situación cada tres o cuatro días”, sostuvo la especialista, para quien la mejor manera de no obsesionarse y que el tema del peso no se convierta en una perturbación del ánimo tanto es “consultar con un profesional, entonces el control en vez de hacerlo la persona lo hace alguien de afuera que marcará lo que está bien, mal o cómo ir manejando la situación”.

“No es momento de ponernos metas muy exigentes; mantener el peso ya es algo exitoso”, consideró Ponce, y finalizó: “Nutrirnos correctamente para transitar esta situación bien nutridos y mantener el peso ya sería algo por lo que sentirse victorioso”.

Fuente: Infobae.

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