En la segunda final de la NBA, los Golden State Warriors volvieron a dar paliza a los Cleveland Cavaliers. Oakland, California, los dirigidos por Steve Kerr se impusiron por un abultado 110-77, dejando 2-0 la definición de la temporada.
En un Oracle Arena teñido de amarillo, fue el ala-pivot Draymond Green quien el más efectivo del duelo, al anotar 28 puntos. Stephen Curry,mermado por una lesión, aportó con 18, pero fue el mejor reboteador, con 9.
En los Cavs, LeBron James fue la figura, anotando 19 tantos y tomando 8 rebotes.
Con este resultado, los Cavaliers acumulan siete derrotas en línea frente a los Warriors: tres de la final anterior, dos en la temporada regular y, ahora, dos en la final, promediando 19 puntos a favor.
James, además, no tiene otra peor racha de derrotas que con Golden State Warriors. La tercera final se jugará el próximo miércoles, en el Quicken Loans Arena de Cleveland.
Más físico, más defensa, más ataque, más tiro: más baloncesto
Los Thunder obligaron a los Warriors a escarbar en su alma hasta recuperar su mejor versión, les hicieron jugar a un nivel que superaba (intuíamos) el que podrían necesitar en esta Final… por mucha Final que sea. Y los obligaron a una remontada que ha hecho que el equipo del 73-9 y los trescientos millones de triples se sienta definitivamente inabordable. Y todo eso lo están recibiendo como una ola gigantesca de calor unos Cavs que simplemente no parecen preparados tras sus sesiones de baño y masaje en el Este.
Tyronn Lue, con el manual rápido de cómo derrotar a los Warriors, ha puesto toda su capacidad defensiva sobre Stephen Curry y Klay Thompson. El primero promedia 14,5 puntos y el segundo, 13. Entre los dos han metido 12 triples, los que meten a veces en un cuarto. Y no es una exageración.
