Patrick Ell conocía muy bien a Matthew Rygg. Ambos hombres habían trabajado en la Universidad de Portland, en Oregon, aunque hacía un tiempo que no se veían: Ell había abandonado su empleo luego de que su hija fuera víctima de un caso de agresión sexual que todavía no ha sido bien esclarecido.
La semana pasada, Ell, de 52 años, esperó a Rygg en las cercanías de su casa en Portland y arremetió contra él con un bate de béisbol.
Cuando la policía se apareció en el hospital donde estaba siendo tratado por las contusiones, Matthew Rygg reconoció que llegó a pensar que sería asesinado. En su cabeza todavía son visibles las 18 grapas que tuvieron que colocarle para cerrar la herida.
Esa misma noche, la policía encontró a Patrick Ell en su casa, con su familia, delante del televisor, y procedió a arrestarlo.
De acuerdo con un reporte de The Washington Post, los oficiales estimaron que se trató de un padre que estaba furioso por el tratamiento que Rygg –quien labora como administrador en la referida universidad y se ocupa del control de los dormitorios– le había dado al caso de violación que su hija había denunciado a las autoridades del centro de estudio.
«Nebulosa borrosa»
Todo comenzó el 30 de septiembre de 2016. Clara Ell tenía 18 años y era estudiante de primer año. Tras haber asistido a una fiesta y haber bebido “tequila, whisky y vino barato”, según sus propias palabras, la joven se había desmayado. Entonces sus amigos la socorrieron y la condujeron a su habitación.
Fue ahí que apareció un compañero de clase con el que había mantenido una “relación romántica de corta duración”. Quería verla en privado. Clara asegura que a ella no le apetecía el encuentro, pero que estaba ebria. Lo demás fue una “nebulosa borrosa”; el joven la violó.
Una semana después, la estudiante dio parte del incidente a los responsables de la universidad, tras lo cual dio inicio proceso formal de audiencia de conducta. No quería acudir a la policía; solo buscaba que el presunto agresor fuera suspendido o expulsado.
Pero según su relato, los funcionarios determinaron que no había suficientes pruebas para hallar al estudiante responsable de una agresión sexual. Consideraban que Clara no estaba incapacitada en el momento de la agresión, de acuerdo con una carta que le entregaron.
En el otoño de 2016, Clara negó ante los administradores del centro que ambos hubieran sido “amigos con beneficios” y acusó a la universidad de no apoyarla y de no actuar como “un sitio seguro donde no se tolera la violencia”.
Pero si ella estaba enojada, la policía cree que su padre estaba todavía más enfurecido.
Desde entonces Patrick Ell dejó de valorar a su centro de trabajo como lo había hecho durante años. Y su ira se había centrado en Matthew Rygg, a quien Ell considera responsable del mal manejo del caso, y lo bombardeaba con mensajes de Facebook y otras comunicaciones.
El padre de Clara aprovechó sus contactos en la universidad y envió decenas de correos electrónicos a sus colegas, denunciando la situación por la que transitaba su familia. Ahí insistía en que su hija estaba tan ebria que no había podido darle su consentimiento a su supuesto agresor.
Pero en mayo de 2017, tanto Patrick como su hija rompieron todo vínculo con el centro de estudio. Él renunció a su puesto y ella se transfirió a la Universidad de Oregon.
Lo peor es que ahí no se acabó la historia. El caso de Clara fue objeto de conversaciones y debates tanto en el resto de las universidades del país como fuera de estas. Y aquel padre seguía acumulando rencor.
Esto explica que el hombre haya seguido enviándole correos electrónicos a Matthew Rygg durante todo este tiempo, si bien no se sabe aún qué lo llevó a aparecerse el viernes en la noche en su domicilio, donde lo agredió con sobrada violencia.
Tras salir de la cárcel del Condado de Multnomah al día siguiente, el padre de Clara ha sido acusado de un delito grave de asalto en segundo grado y, según los informes, se le ha prohibido entrar en la Universidad de Portland.
La fecha de la audiencia ante el juez fue fijada para el 31 de diciembre.
