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Granada mata un niño tras ejercicio militar en Perú

Autoridades ocupan granada, rifle y municiones en cajas de comida desde EEUU
Autoridades ocupan granada, rifle y municiones en cajas de comida desde EEUU

LIMA, Perú .- Un niño de la etnia asháninka murió y otros cuatro fueron heridos tras explotar una granada en el amazónico valle de los ríos Apurímac, Ene y Mantaro luego de una práctica de militares de una base contraterrorista.

El comando conjunto de las fuerzas, que ejerce el control interno en la comunidad, informó este miércoles en un comunicado que uno de los niños heridos está muy grave con exposición de masa encefálica y trauma abdominal.

Hilder Poma, secretario de la comunidad nativa asháninka llamada «Teoría» dijo por teléfono a The Associated Press que el menor fallecido se llamaba Neftalí Imer Valderrama Gonzáles, un escolar de 10 años que asistía al quinto grado de la escuela primaria local.

«Los militares de la base contraterrorista de Villa María de Pangoa han venido a una zona de nuestra comunidad y sin pedir permiso a nuestras autoridades han realizado prácticas militares el martes, se han olvidado una granada, esta explotó», dijo.

«Nadie se ha acercado a pedirnos disculpas, estamos indignados, los militares se han callado la boca, tienen corona en este país… el fiscal nunca vino a levantar el cadáver del menor, solo estuvo la policía, hay una impunidad terrible», añadió.

La etnia indígena asháninka es la más numerosa de la Amazonía de Perú y son más de 97.000 según cifras oficiales.

El comando conjunto de las fuerzas armadas dijo de forma escueta que inició una «investigación» de los hechos.

En 2012 Zoraida Caso, de nueve años, murió por un tiro en la espalda durante una intervención militar en el poblado andino de Ranrapata, en 2014 Olinda García, con siete meses de embarazo, también murió por balazo en la cabeza disparado por militares en otra operación militar en el poblado de Uchuy Sihuis. En ninguna de las operaciones se capturó a supuestos senderistas y ninguna autoridad militar ni política está presa por los asesinatos, según organismos defensores de los derechos humanos.

Perú posee decenas de bases militares en el enorme territorio que ocupa el Valle de los ríos Apurímac, Ene y Mantaro, casi del tamaño de Bélgica e Israel en conjunto, donde los militares mantienen el orden interno por más de 15 años para luchar contra los últimos miembros de Sendero Luminoso que se esconden en la zona.

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