El llamamiento del papa Francisco a acoger a una familia de refugiados en cada parroquia católica de Europa es una iniciativa inédita y ambiciosa para concretar la solidaridad de la Iglesia con los inmigrantes que llegan por miles.

Después de que la foto de un niño sirio ahogado en una playa de Turquía conmoviera a Europa, el papa dijo que la imagen logró romper la «globalización de la indiferencia» que viene denunciando desde su llegada al Vaticano en 2013.

El domingo, en su mensaje semanal durante Ángelus en la plaza San Pedro, Francisco fue más lejos y llamó a los católicos a mostrar una solidaridad «combativa» hacia los «que escapan a la muerte, víctimas de la guerra y del hambre».

«Que cada parroquia, cada comunidad religiosa, cada monasterio, cada santuario de Europa acoja a una familia», declaró el pontífice.

Francisco explicó que empezará por su diócesis de Roma y que las dos parroquias del Vaticano acogerán «en los próximos días» a familias de refugiados.

«La voz del papa nos acompaña desde hace años, alentando con fuerza el valor de acoger a los que huyen de la guerra y de la violencia», destacó Carlotta Sami, portavoz en Italia de la agencia de la ONU para los refugiados (Acnur).

Para Peter Balleis, director internacional de la organización Servicio Jesuita a los Refugiados (SJR), acoger a las familias en las parroquias «evita los guetos en las ciudades» y esta repartición «facilita en gran medida la integración».

«En Europa hay decenas de miles de parroquias», destacó Balleis, quien estima además que en torno a estas comunidades religiosas hay muchas familias en pueden ayudar. En Alemania, Italia, Francia y España hay cerca de 75.000 parroquias, asegura.

Según Acnur, la tramitación de una demanda de asilo tarda entre 6 y 8 meses, un plazo que puede triplicarse en caso de que haya una apelación tras una negativa.

Desde hace cinco años, el SJR organiza en París el programa «Welcome», que permite que cerca de un centenar de familias o de comunidades religiosas acojan a demandantes de asilo durante cinco semanas.

– «Movimiento importante» –

La experiencia fue «extremadamente positiva» para la integración de las personas que piden asilo y también para las familias. Ahora están ampliando el programa a otras 15 localidades de Francia y de España.

La experiencia está limitada a cinco semanas, para evitar que se genere demasiado apego.

«Después de ese plazo, es necesario que la persona pueda integrarse sola en la sociedad» del país, aunque tampoco es que se quede en la calle, explica Jean-Marie Carrière, director regional para Europa de SJR.

En su llamamiento, el papa no mencionó que la mayoría de los cerca de 366.000 migrantes que han llegado a Europa por mar son musulmanes, pero para Balleis, esta es una oportunidad para que las familias aprendan a conocerse y a comprenderse.

«Tenemos varios testimonios de que hay un movimiento importante en todas las diócesis», se felicitó en el diario la Repubblica Angelo Bagnasco, presidente de la conferencia de obispos de Italia, que han recibido a entre 15.000 y 20.000 demandantes de asilo.

En Austria varias diócesis ofrecen a miles de refugiados alojamiento y muchas de ellas han anunciado en los últimos días que quieren ampliar este programa.

Los monjes benedictinos abrieron las puertas de la abadía de Pannonhalma, en el noroeste de Hungría, para familias sirias en éxodo y han declarado que están dispuestos a seguir con estas muestras de hospitalidad.

El arzobispo luterano de la Iglesia de Finlandia, Kari Mäkinen, llamó el sábado a las parroquias del país a abrir los centros para jubilados y las propiedades rurales para albergar a los refugiados.

Más allá de los gestos relacionados con una religión concreta, las iniciativas para acoger a los refugiados se multiplican en Europa. En Francia, la asociación Singa informó que ha recibido 1.100 proposiciones en los últimos días, mientras que en el Reino Unido más de 2.000 personas han expresado su disponibilidad para albergar migrantes.