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Como en Venezuela recogieron 10 millones de firmas contra Obama

BBC Mundo. Suena Bob Marley, limpian las mesas, tajan los lápices, afinan las guitarras. Son las 11 de la mañana. El clima es templado. Comienza en Caracas la última jornada de recolección de firmas contra el famoso «decreto de Obama». Faltan solo 100.000 para las que quieren conseguir.

«Derógalo ya», le piden casi 10 millones de venezolanos al presidente de Estados Unidos. Se refieren al documento que, además de sancionar a siete funcionarios del gobierno de Nicolás Maduro, califica a Venezuela como una «amenaza» para la seguridad del país norteamericano.

«Yo firmo para defender a la patria», le dice a BBC Mundo Edgrey García, una funcionaria pública, en la Plaza de Bolívar del centro de la capital, mientras grupos de personas vestidas de rojo gritan consignas antiimperialistas.

«Y no, y no, y no nos da la gana, ser una colonia norteamericana. Y sí, y sí, y sí nos da la gana, ser una potencia latinoamericana», exclaman.

García, mientras tanto, dice: «Acá no estamos defendiendo al partido, al gobierno o al presidente, sino el futuro de nuestros hijos».

Para ella, así como para el gobierno chavista, la declaración de Venezuela como una «amenaza» fue el punto de partida para una inminente invasión.

Por eso, desde que hace un mes se emitieron las sanciones, el gobierno ha concentrado sus esfuerzos en rechazarlas.

Lo primero que hizo fue movilizar a 100.000 militares y civiles en un ejercicio defensivo militar.

Pero la iniciativa más ambiciosa –entre varias marchas, campañas por redes sociales y creación de delegaciones– ha sido recoger 10 millones de firmas que el presidente Maduro espera llevar a la Cumbre de las Américas en Panamá este viernes como una muestra de que, como dice García, «Venezuela rechaza la injerencia».

Sin requisitos. No solo en Venezuela, sino en varios lugares del mundo, el gobierno venezolano instaló 14.000 puntos donde se puede firmar.

Algunos son un pequeño toldo rojo con tan solo un funcionario recolectando las firmas, pero hay otros que incluyen hasta tarima en la que se presentan grupos musicales y animadores.

En las calles de Caracas, mujeres que incitan a la gente en los carros a «detenerse por la patria».

La mayoría están instalados en las adyacencias de un edificio del Estado, como un ministerio o la misma Asamblea Nacional.

Hay que escribir el nombre, el número de la cédula y el teléfono. Aunque en algunos casos piden una identificación, no siempre es un requisito.

También se puede firmar por internet, a través de la página Change.org, con solo suministrar el nombre, el correo electrónico y una razón de la firma, que es opcional.

El gobierno espera que, una vez recogidas las 10 millones de firmas, el Consejo Nacional Electoral (CNE) las audite para –en palabras del alcalde del municipio Libertador, Jorge Rodríguez– «mostrarle al mundo de forma certificada cómo el pueblo de Venezuela ha mostrado su apoyo contra un decreto absurdo».

Entre escepticismo y denuncias. No son pocos los ciudadanos, políticos opositores y ONGs que han manifestado su escepticismo ante la independencia del CNE y el proceso en general.

Medios locales de oposición han publicado documentos en los que organizaciones como las Fuerzas Armadas parecen ordenar a sus funcionarios que firmen.

La Unión Nacional de Trabajadores y la organización que defiende los Derechos Humanos Provea denunciaron que trabajadores de varios entes del Estado están siendo amenazados con su despido si no firman.

Un funcionario de una entidad pública le dijo a BBC Mundo en condición de anonimato que lo «obligaron» a firmar: «Me dijeron que si no firmas, atente a las consecuencias».

Y firmó, afirma, en contra de su voluntad.

Según datos oficiales, en Venezuela hay casi tres millones de funcionarios públicos, mientras que el partido de gobierno, el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), tiene siete millones de militantes.

También se ha denunciado que el gobierno está entregando alimentos –de aquellos que están escasos por la crisis económica– a quienes firmen.

Otra preocupación de los escépticos es que las firmas generen una nueva lista Tascón, en referencia a las consecuencias que sufrieron quienes firmaron la petición de referendo revocatorio contra Hugo Chávez en 2004.

«Libremente». Sin embargo, funcionarios del gobierno han rechazado estas acusaciones.

El presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, declaró que «esto no va a generar ninguna lista Tascón ni nada; en todo caso, generará una lista Obama, porque nosotros vamos a rechazar el imperialismo norteamericano».

Y rechazó que haya niños firmando la iniciativa.

Mientras tanto, los diferentes funcionarios que organizan la recolección de firmas con los que habló BBC Mundo dijeron que «la gente está firmando porque quiere».

«Incluso hemos visto personas de la oposición que firman, porque esto es una defensa del país, no del partido», aseguró José Merchán, en la Tesorería de Seguridad Social, mientras sonaba a todo volumen música llanera.

La mayoría de las personas que ayudan en la gestión de la recolección de firmas son militantes del partido de gobierno, PSUV.

De vuelta en la Plaza de Bolívar, en medio de cánticos, música, celebraciones partidistas y transmisiones de televisión, un joven estudiante que pidió no revelar su identidad dijo que «firmaría en contra de la delincuencia, de la escasez, de corrupción».

Y añadió: «Yo soy chavista de corazón, pero este show que armaron con las firmas muestra que Maduro no está preocupado en seguir el legado de Chávez».

La plaza más importante del país está tomada por la iniciativa de las firmas hace tres semanas. Se reparten empanadas, refrescos, afiches contra Obama.

Debajo de la gran carpa donde una decena de funcionarios espera para recolectarlas, un señor que no estaba vestido de rojo ni parecía ser parte de las actividades proselitistas entró tímidamente y firmó.

«Esto que acaba de pasar, que tú agarraste a un cualquiera y le preguntaste por qué firmó, es una demostración de que acá no hay ningún pueblo reprimido que no puede manifestarse», le dijo a BBC Mundo.

Y concluyó: «Sin duda hay gente del gobierno y del partido que ha firmado, pero si desconocen que hay gente del pueblo llano firmando, desconocen la realidad».

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