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¿Pueden los semáforos acabar con la pesadilla del tráfico?

BBC Mundo. El siglo XXI valora el tiempo hasta en las cantidades más pequeñas. Si los buscadores de Internet, por ejemplo, no nos escupen las respuestas en menos de un cuarto de segundo, crece en nosotros la exasperación.

Quizás no hay forma más evidente de perder tiempo que cuando vamos en nuestros autos. Un estudio llevado a cabo por el Instituto de Transporte de la Universidad A&M de Texas, en Estados Unidos, recolectó datos que muestran que los conductores pierden 38 horas al año en atascos o trancas de tráfico.

Sólo podemos pensar que la situación va a ponerse peor. Sin embargo, nuevos mecanismos de señalización (en particular, de los semáforos), equipados con cámaras, software de computador o equipos de programación, han conseguido impresionantes reducciones en el tráfico de ciudades de todo el mundo.

Este tipo de soluciones consiguen que el tráfico fluya en base a datos en tiempo real.

Uno de los más nuevos y exitosos se colocó en Manhattan, Nueva York, en un corredor tradicionalmente plagado de tráfico cerca del estadio MetLife, donde juegan dos equipos de fútbol americano, los Jets y los Giants.

David Liebgold, jefe de transportes de la Comisión de Nueva Yersey Meadowlands, es responsable del sistema más avanzado y dinámico, instalado recientemente cerca del estadio.

Desde su introducción en diciembre de 2012, este sistema ha producido una reducción neta del 25% en las congestiones de tráfico, un dato que debería mejorar cuando el sistema se instale completamente a finales de este año.

La clave de los nuevos sistemas es el uso de información en tiempo real para adaptar la secuencia de señalización.

Liebgold cita una estimación original de 400.000 vehículos al día en ese corredor, una cifra que resultó ser muy conservadora, en parte porque los autos particulares suelen atravesar la zona al menos dos veces al día.

Segundos que ahorran millones. Desde la puesta en marcha de un sistema de señalización adaptable, la comisión cita una media de ahorro de tiempo de cinco segundos por auto, por día.

Estas mejoras graduales provocan ahorros significativos: alrededor de 1.100 horas al día de conducción, o casi 406.000 horas al año; casi 4,5 millones de litros de combustible y cerca de 5.000 toneladas de gases de efecto invernadero.

Este proyecto, que ha costado US$13 millones y se lleva a cabo en 103 kilómetros cuadrados, está conectado con 120 semáforos en todo el barrio. Se planea conectar otros 24.

Las cámaras dan información a las computadoras, que luego calculan los cambios más oportunos en la señalización en cada momento. Unos segundos pueden marcar la diferencia.

Una señalización confusa puede crear un auténtico caos. Los semáforos en este sistema están conectados y operan como un gran cerebro. Y al contrario de lo que pasa en otros sistemas, la programación de los semáforos va cambiando con un amplio margen basado en el flujo real del tráfico, no en cálculos predeterminados, fijos e hipotéticos.

Esta adaptabilidad proporciona grandes ganancias. Si ocurre un accidente en la zona de una de las vías, los semáforos en las vías cercanas se ajustarán para aliviar la congestión resultante, dentro de unos parámetros de seguridad.

En el centro de control del sistema 16 pantallas, cada una de una amplitud de 150 centímetros, muestran los videos de 400 cámaras. El sistema es controlado por trabajadores que hacen ajustes manuales si es necesario.

El tiempo y la distancia entre los semáforos son los parámetros que se pueden utilizar en la mayor parte de las áreas metropolitanas. Si la frecuencia se desconecta, aunque sea por un segundo, el tráfico puede verse muy afectado.

Sistema fijo, no inteligente. Durante años, los ingenieros han programado con antelación los sistemas de señales en base a la idea de que el tráfico óptimo en una ciudad es el que transita a unos 43 kilómetros por hora.

A medida que las ciudades van adoptando señales de tráfico que absorben información en tiempo real de cámaras y sensores, los motoristas deberían percibir las mejoras, aunque sean graduales.

Algunos datos, sin embargo, contradicen esta imagen tan positiva.

Un estudio reciente del Departamento de Transporte de Estados Unidos indica que los controles de tráfico adaptables, como este de Nueva York, están lejos de ser soluciones mágicas

El estudio citó una mejora del 40% en el flujo del tráfico en las afueras, pero no una mejora notable en las ciudades.

La media de todo el informe es más prometedora: 60% de las localidades con sistemas adaptables citaron una mejora en tiempo de viaje y reducción de los retrases.

¿Pueden utilizarse estas soluciones para reducir el impacto en el medio ambiente, la infraestructura ferroviaria y tu sistema nervioso? Parece que su hora ha llegado.

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