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Concepción Bona: la aguerrida joven que entregó la enseña tricolor el 27 de febrero

La historia de la Independencia Nacional tiene olor a flores, pues mujeres valiosas fueron parte sustancial de elaborar el símbolo más representativo de la dominicanidad, Concepción Bona junto a María Trinidad Sánchez contribuyeron a confeccionar la enseña tricolor que se ondeó la noche del 27 de febrero de 1844.

Desde los catorce años estuvo inmersa en las luchas separatistas nació y creció en el seno de una familia que seguía fielmente la ideas independentistas de Juan Pablo Duarte llegó al mundo dos años antes de la invasión haitiana, Bona fue la aguerrida joven que interpretó con probidad magistral el diseño del Padre de la Patria, se destacó como educadora de la Escuela de Párvulos, de su primo Pedro Alejandrino Pina, allí inculcó a sus alumnos, el amor por la libertad, la grandeza de la dominicanidad, la necesidad de mantener puro el idioma español pese a las imposiciones y amenazas de la dominación haitiana.

Fue testigo presencial de aquel trascendental momento de la firma del Juramento Trinitario, a prudente distancia de los revolucionarios: la Iglesia del Carmen, que quedaba en frente del patriótico escenario.
Con tan solo 18 años de edad Concepción Bona ya era parte activa en las reuniones de muchachos y muchachas que ante los ojos del invasor se congregaban en las tardes a estudiar, pero realmente complotaban con un solo fin: conquistar la libertad de la Patria.

El matrimonio, los hijos y un avanzado estado de embarazo no impidieron que, pasados los años, continuara firme en sus convicciones. Cuando la situación de gravidez apenas le permitía moverse, en agosto de 1863, la valiente mujer ofreció su hogar y su respaldo económico a los soldados de la Restauración embarcados en combatir la anexión a España.
Los patriotas escogieron a Concepción Bona Hernández para la difícil tarea de plasmar en telas finas la idea de Duarte, porque ella llevaba en su sangre el amor a la patria, confiados además en su responsabilidad, y porque era una persona que se había identificado con la causa nacional, pero también sabiendo que se hacía ese encargo una valiente mujer y apasionada, capaz de enfrentar con madurez los riesgos que aquello representaba.

Bona llegado el tan esperado momento supo cumplir su papel de patriota fielmente la noche del 27 de febrero entró por la puerta de la Misericordia del Baluarte Conde le entregó en medio pólvora y cánticos patrióticos nuestra primera enseña tricolor a Ramón Matías Mella, que se inmortaliza en la historia.

El 28 de febrero 1844 los rayos del sol alumbraron nuestra isla con el máximo símbolo de la dominicanidad, fruto de la confección de Concepción Bona y María Trinidad Sánchez dos muchachas 19 y 16 años y con la puesta de la bandera nace la República Dominicana.

María Concepción nació el seis de diciembre de 1824, los autores de sus días fueron Ignacio Bona y Juana Hernández. Contrajo nupcias el dos de junio de 1851 con el banilejo Marcos Gómez. Frutos de esta unión fueron: Eloisa, Marcos Antonio, Manuel de Jesús, Rafael María y dos varones llamados José María. Murió el dos de julio de 1901, a los setenta y seis años.

Casi un siglo después de su muerte a la calle de Este a Oeste de Villa Consuelo paralela al Baltasar de los Reyes, fue bautizada con el nombre Concepción Bona y en ese mismo año sus restos forman parte del Panteón Nacional. Lo que para muchos historiadores fue una decisión tardía por ser esta mujer una heroína nacional.

Inminentemente ella es un ejemplo no sólo para la mujer, sino para la juventud actual. A tan temprana edad se hace eco del sentir de su patria, y desempeña un papel tan importante con la seriedad que ameritaba, fue una ciudadana hasta sus últimos días comprometida con todo lo que ella pudiera aportar con todas las fuerzas de sus entrañas. Su amor por la patria estará siempre impregnado en nuestra distintiva bandera.

 

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