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¿Por qué el tenis masculino se encuentra en crisis en EE.UU.?

BBC MUNDO.- Uno de los momentos más grandes en la carrera del estadounidense Andy Roddick fue el 7 de septiembre del año 2003: con apenas 21 años y un servicio casi imposible de responder, el tenista de Nebraska apabulló al español Juan Carlos Ferrero y se quedó con el US Open, su primer y único título de Grand Slam.

«En estos momentos no lo puedo creer«, dijo un emocionado Roddick, quien anunció su retiro en ese mismo torneo pero en 2012. «Es un privilegio absoluto tener mi nombre inscrito en el trofeo».

Ese domingo en Nueva York, hace ya 11 años, fue la última vez que un estadounidense se coronó campeón de un Grand Slam en el tenis masculino individual, una sequía dolorosa para los aficionados de un país que celebró 37 victorias en esos torneos en las raquetas de Jimmy Connors, John McEnroe, Pete Sampras y Andre Agassi.

Desde ese triunfo de Roddick, el tenis masculino de Estados Unidos entró en una crisis que hoy se refleja en los números: el país no ha tenido un número uno mundial desde febrero de 2004, no hay ningún estadounidense en la lista de los diez mejores de la Asociación de Tenistas Profesionales (ATP) y entre los primeros 50 apenas aparecen dos: John Isner, en el puesto 15, y Donald Young, en el 47.

Para empeorar las cosas, en el US Open que se está jugando actualmente en Flushing Meadows -el último grande del año- no figura ningún deportista local desde la tercera ronda, cuando Isner perdió contra el alemán Philipp Kohlschreiber y Sam Querrey cayó en su duelo con el serbio Novak Djokovic.

Esta situación contrasta con el tenis femenino de Estados Unidos: desde 2003, el año en que ganó Roddick, las hermanas Venus y Serena Williams se han impuesto en 16 Grand Slams individuales.

 «Víctimas de nuestro propio éxito»

Una de las razones que explican este declive entre los hombres es, según los mismos tenistas, el peso de esa historia.

«Somos víctimas de nuestro propio éxito», fue como lo calificó el propio Roddick en 2013, cuando le preguntaron por enésima vez por la crisis tenística.

Jim Courier, otro ex número uno del mundo, dijo que el país debería «dejar esa sensación de que merece grandes jugadores. No los merecemos. Nos lo tenemos que ganar como cualquier otro».

En ese proceso de «ganarse» un puesto en el tenis de élite, la actual generación de estadounidenses ha afrontado problemas a la hora de prepararse para las exigencias de un deporte que se ha vuelto más exigente, más dinámico y más atlético.

La revista especializada Tennis View Magazine lo calificó como una «verdadera crisis de identidad» y explicó que los tenistas estadounidenses tienden a depender demasiado del poder de su servicio y su revés, pero no han desarrollado una variedad de habilidades similar a la que tienen los grandes del deporte.

Federer, Nadal, Djokovic

En ese argumento se esconde otra parte del problema, una que no necesariamente depende de Estados Unidos: la crisis de sus deportistas ha coincidido con la bonanza del tenis en otros países (como España, con 10 jugadores entre los mejores 50) y con el dominio casi total del suizo Roger Federer, el español Rafael Nadal y Djokovic.

Desde 2004, estos tres tenistas han dejado de ganar solo seis de los torneos grandes (entre los ocasionales vencedores estuvieron los argentinos Gastón Gaudio, en Francia, y Juan Martín del Potro, en Estados Unidos. El más reciente fue el suizo Stanislas Wawrinka, este año en Australia).

Roddick sufrió en primera persona esa supremacía: llegó a cuatro finales de Grand Slam entre 2004 y 2009. Las perdió todas contra Federer, quien también se deshizo de Agassi en la final del US Open de 2005.

El dominio de ese trío asegura que casi toda la atención se centre en ellos, lo que puede verse como una oportunidad para que la nueva generación de tenistas se prepare sin tener toda la presión encima.

 «Me preocupa que el siguiente gran jugador masculino de Estados Unidos esté tan colmado de dinero y atención que sea un problema para él», dijo Courier.

Sin embargo, ese posible escenario, el de una gran estrella estadounidense, todavía no se vislumbra en el futuro inmediato.

«Sería bonito que Estados Unidos realmente tuviera un tenista famoso», le dijo recientemente al diario The New York Times Noah Rubin, un jugador de 18 años que es una de las promesas del país y acaba de disputar su primer US Open.

«Algunos de mis amigos que no son grandes aficionados apenas han oído hablar de Andy Roddick», continuó. «Ellos dicen ‘¿acaso no era un modelo?’»

 

 

 

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