Con más de 7.000 tiendas distribuidas en 92 países y ventas que alcanzaron la nada despreciable cifra de USD 22,1 mil millones en 2015, el doble de lo conseguido en 2008, el gigante del retail de origen español Inditex parece no conocer límites en lo que respecta a su expansión mundial.
Amancio Ortega, el hombre detrás de Zara, la firma que nació en La Coruña hace cuarenta años con su primera tienda, probablemente nunca imaginó que su pequeña empresa se convertiría en el modelo a seguir de una industria que se ve constantemente influenciada por los cambiantes gustos de millenials, quienes cuentan con identidad propia en cada continente donde Zara y sus tiendas hermanas operan con enorme éxito.
Por más que lo intenten, firmas de la talla de H&M, Gap y Primark no logran descifrar el secreto detrás del crecimiento sostenido de Inditex, con marcas bajo su paraguas como Bershka, la aspiracional Massimo Dutti y la más juvenil Pull & Bear.
Pero analistas expertos aseguran que uno de los grandes ases bajo la manga del gigante ibérico se basa en el hecho de que su cadena de producción se encuentra enfocada en un 60% en España, Portugal y Marruecos, a relativa poca distancia de la sede central en La Coruña.
Esto le permite a la firma de Ortega acelerar el proceso productivo desde el momento que se diseña hasta que llega a las tiendas, a diferencia de sus competidores, que en su mayoría terciarizan su producción a países del sudeste asiático, donde las condiciones laborales son directamente proporcionales con los bajos salarios.
El gigante norteamericano Gap, que atraviesa una grave crisis por la drástica caída de sus ventas a nivel mundial, comenzó a copiar este sistema mudando sus fábricas de Asia al Caribe, pero expertos se preguntan si la decisión no ha demorado demasiado en ser puesta en práctica.
Es que el proceso productivo de Inditex que permite tener prendas a la venta en menos de 14 días es uno que lleva décadas siendo aceitado y perfeccionado, y no resulta tan sencillo de implementar por sus competidores como podría parecer a priori.
Otra diferencia clave frente a sus competidores es que el proceso de diseño es colaborativo y no depende de un jefe con el control absoluto del proceso creativo. Un equipo compuesto por más de 350 diseñadores de indumentaria trabaja de manera integral y horizontal, en donde miembros del sector comercial también aportan su expertise.
Las decisiones de continuar por determinado camino estilístico estarán marcadas por las cifras de ventas, que son recibidas diariamente, las cuales permiten definir si determinado abrigo o bolso deberán ser reinterpretados o nuevas versiones de ese diseño serán lanzadas en las próximas horas para aprovechar un determinado boom de ventas.
En comparación, el coloso sueco H&M suele trabajar con grandes diseñadores en colaboraciones especiales, quienes tendrían control casi absoluto de las colecciones que serán lanzadas al mercado. Además el 80% de sus prendas son ordenadas a fábrica con meses de anticipación, lo que no permite adaptarse a cambios de último momento en tendencias, algo muy común en el mundo de hoy bajo el reinado de los cambiantes millenials.
Uno de los principales desafíos para Inditex en el corto plazo será adaptar su modelo de negocios y la cadena de logística al exigente y enorme mercado que representa China, donde las distancias serán mayores y la competencia todavía más brutal que en Occidente.
Más allá de las incógnitas que representa la expansión a nuevos mercados, el crecimiento del 11% en ventas para el primer semestre de 2016 augura un futuro promisorio para el coloso de la indumentaria de Ortega, un billonario que a sus ochenta años continúa trabajando como el primer día, manteniendo a la vez un extremo bajo perfil en un mundo donde la ostentación parecería ser la norma.